martes, 6 de octubre de 2009

"ECONOMIA CANALLA". Entrevista a Loretta Napoleoni por Darío Yancán


«Hay un mercado global de esclavos que va de China a África y EE.UU.»
La investigadora italiana destaca que la esclavitud se ha expandido a la vez que la democracia y que ahora cuesta una décima parte que en el Imperio romano.

Loretta Napoleoni es una de las mayores expertas internacionales en blanqueo de dinero y financiación del terrorismo. Es economista y ha trabajado en bancos y organizaciones internacionales, desde el Fondo Monetario Internacional y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo al Chase Manhattan y el Banco Narodny de Moscú., que dice supone un 20% de la economía mundial.

-¿A qué se refiere cuando habla de economía canalla?

-Es un término que engloba no solo la economía criminal o ilegal, sino también las áreas grises que no están reguladas y que se formaron después del proceso de globalización. Esto sucede cuando la economía se mueve más rápido que la política y los Gobiernos pierden el control. Estamos en un mundo ingobernable donde impera la ley de la selva y hay una crisis global muy profunda.

-Ponga algún ejemplo.

-La crisis de las hipotecas subprime en EE.?UU. es un ejemplo muy claro de economía canalla, porque no hay leyes que impidan que se concedan a quienes no tienen suficientes ingresos. Es un área gris que está causando una crisis global, que ahora nadie sabe cómo resolver. Otro es que China puede vender productos falsificados en EE.?UU. cambiando las etiquetas. También Internet, donde se puede comprar de todo y es un vehículo de la prostitución y la pornografía infantil. O la compra por parte de los oligarcas rusos de los recursos naturales a precios baratísimos. Llevaron a Rusia a la pobreza total, pero no hicieron nada ilegal.

-Una de sus tesis es que a medida que la democracia se expandió tras la caída del muro de Berlín en 1989 crecía la esclavitud en el mundo.

-Sí, es impresionante, a la vez que la democracia se expandía lo hacía también la esclavitud. A finales de los años noventa había 27 millones de esclavos y ahora hay más. La globalización ha permitido la explotación de mano de obra esclava con una intensidad nunca vista.

-Señala incluso que el esclavo cuesta ahora mucho menos que en el Imperio romano.

-Hoy el precio medio es menos de una décima parte que en el Imperio romano, una
época en la que eran un lujo escaso. Ahora tenemos un mercado global de esclavos, que va de China a África e incluso EE.?UU. Los esclavos se han convertido en parte del capitalismo global.

-También refuta que ahora vivamos mejor que nunca.

-Creemos que vivimos mejor que nunca, pero es una fantasía, una ilusión, ya que estamos en una especie de mundo de Matrix. Pero los jóvenes no pueden irse de casa porque no tienen dinero para alquilar un piso. Vivimos peor que hace 20 años, crecemos menos y somos más.

-¿Hemos ido a peor tras la caída del muro de Berlín?

-Sí. En la guerra fría había muchísimo control. Ahora nadie controla nada. No creo que estemos mejor que en la época de la guerra fría. Tendremos que esperar muchísimo tiempo, por lo menos 20 años, antes de que las cosas mejoren.

-Pero el comunismo fue un desastre y ahora en los países del Este hay democracia.

-Y esclavitud, las dos cosas. Antes no había libertad, pero todos tenían trabajo, todos tenían para comer e iban a la escuela. Toda la gente tenía un mínimo, hoy no. Ahora, el 15% de los rusos son pobres. Pero también hay 28 millones de estadounidenses que no tienen dinero para comer. Y la previsión para este año es que la cifra suba a 35 millones.

-¿Qué es esa economía canalla?

-Cuando estuve investigando las finanzas del terrorismo, encontré situaciones muy interesantes de esta economía criminal que se desarrolla en una zona gris donde no hay leyes ni reglas. La economía cambia muy rápidamente, mucho más que la política, y eso es lo que está pasando, ahora vivimos en una transición causada por la globalización. Y asistimos a una economía sin justicia, una economía de explotación, que ha alcanzado dimensiones mundiales.

-¿Y qué la caracteriza?

-Es una economía incontrolada, que trabaja en contra del concepto de democracia y en contra de la clase media, porque está favoreciendo el abismo entre los más ricos y los más pobres. No hay reglas y no se sabe bien qué reglas imponer, porque todo es nuevo y todo está relacionado. Los negocios ilegales se tocan. Han prosperado en los márgenes de la legalidad grandes grupos que mueven cantidades gigantescas dedicados a actividades diversas. Como la mafia rusa, que compró toda la flota mercante rusa, que pesca de manera ilegal en el Báltico, y al mismo tiempo, controla el tráfico de mujeres en Europa del Este. Todo está relacionado.

-¿Y los gobiernos qué papel juegan en esto?

-Tendrían que cambiar su política, porque las políticas actuales están pensadas para favorecer el capital, sin tener en cuenta a la población, no se hace una verdadera redistribución de la riqueza y aumenta cada vez más la brecha entre ricos y pobres. Se creía que la riqueza iba a caer en cascada, si las grandes empresas ganaban mucho, iba a beneficiar a todos. Pero eso se ha demostrado que es falso. Los países emergentes cada vez son más pobres y en el primer mundo, la clase media también pierde poder adquisitivo y es cada vez más pobre. Hay una concentración de la riqueza en un grupo muy pequeño de personas ricas.

-¿Y los consumidores, los ciudadanos de a pie, son víctimas o cómplices?

-Somos todos cómplices, pero sin responsabilidad directa. El consumidor tiene que asumir en primer lugar que es un cómplice de estos negocios canallas, hay que comprender lo que está ocurriendo. No sabemos qué compramos, ni de dónde vienen esos productos... Habría que regresar a la forma de vida de nuestros padres y abuelos, consumiendo productos nacionales, como las frutas de estación, ¿por qué tenemos que tomar fruta exótica o tomates todo el año? Si compramos una prenda por cinco euros, eso no es una ganga, en realidad, lo que hacemos es ser cómplices de las empresas canallas, y también hacemos daño a la economía de nuestro país.


-¿En qué consiste exactamente la economía canalla?

Canalla es un término deliberadamente ambiguo. Es la economía ilegal o criminal, pero también la que se mueve en las zonas grises fuera del control de las autoridades, como la prostitución, el esclavismo laboral, la pesca ilegal o las falsificaciones. La idea original del libro era tratar de averiguar por qué no está funcionando el capitalismo global.
Y la conclusión a la que he llegado es que, aunque la globalización en sí podrá llegar a ser positiva al final del proceso, en la transición hacia ese nuevo modelo florece la economía canalla, porque los poderes públicos son incapaces de regular un cambio tan rápido y profundo. En realidad, esto ya ha ocurrido antes, por ejemplo durante la Revolución Industrial. Al final, todas estas transformaciones impulsan el progreso, pero mientras tanto pasan cosas tremendas y la economía sufre.

-¿La globalización, entonces, es un fenómeno positivo?

Yo creo que era y es inevitable. El capitalismo no tenía otra alternativa. Es como los videojuegos: cuando llegas a un nivel, necesitas otro nivel para seguir jugando. El capitalismo necesitaba la globalización.

-¿La crisis financiera mundial es otro signo de la economía canalla?

Sí, es un ejemplo claro e interesante de la economía canalla, porque es una crisis relacionada con la concesión de hipotecas a gente que no podía pagarlas y que luego se empaquetan como productos financieros. Esto se pudo hacer en EEUU porque no había legislación al respecto, era un área gris. Y ahora tampoco se sabe cómo se va a resolver, porque los bancos se niegan a que se regulen sus actividades, pretenden que se apliquen códigos de autorregulación.

- El otro gran problema de la economía mundial es la subida del precio de los alimentos. ¿Hay suficientes recursos para dar de comer a todo el mundo?

Sí, claro que sí, no es un problema de recursos, sino de precios altos. El neoliberalismo ha creado un modelo que prima la producción para la exportación, y no para el mercado local, de tal forma que se da la paradoja de que países como India o Egipto no producen lo suficiente para el consumo interno y tienen que comprar arroz o trigo a precios internacionales, que son cada vez más altos. Sin embargo, los salarios de los trabajadores que trabajan en el campo no crecen.

-En España también tenemos una fuerte crisis en el sector inmobiliario. ¿Qué podemos aprender del ajuste de los precios en Estados Unidos y en Reino Unido?

Todo tiene la misma raíz: unos tipos de interés demasiado bajos. La culpa es del anterior presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. Eso lo saben todos los economistas de Wall Street. Estados Unidos ha utilizado los tipos de interés bajos para facilitar la transición hacia la globalización. Cada vez que había una crisis, como la México o la de los países del Sudeste asiático, se bajaban los tipos. Y en el sector inmobiliario, el dinero barato provocó el crédito fácil en hipotecas y la gente empezó a demandar pisos no para vivir sino para invertir, y se creó una ilusión de mercado. Ahora, las cosas han cambiado y no hay demanda.

-¿Eso vale también para España?

Por supuesto. También aquí los tipos de interés han estado demasiado bajos. ¿Cómo se puede comprar en España o en Italia una vivienda que vale muchísimo dinero con un salario medio de 1.200 euros al mes?

No hay comentarios: