miércoles, 23 de enero de 2013

"ERISTALIS O LA REPULSIÓN DE LA MARIPOSA DE LORENZ" por Darío Yancán.




                Según la Real Academia Española, el término REPULSIÓN deviene (Del lat. repulsĭo, -ōnis).

                                               1. f. Acción y efecto de repeler.

                                               2. f. Acción y efecto de repulsar.

                                               3. f. Repugnancia, aversión.

                                                                                              , con un prefijo “re” que le implica al “pulso” un rechazo originario. Un bombeo, sanguíneo, un pulso de vida que es rechazado o al que se le impone una fuerza contraria de rechazo. Una hipótesis de retroceder todo lo pro-pulsado.

                Ese es el anagrama de estos oscuros seres, los rechazantes gusanos ubicados en puntos colisión o fractura de las mariposas. Porque es allí donde mejor habitan: en la soledad de rechazar todo, absolutamente. Porque no saben otra forma de relación. Nacieron, crecieron, vivieron y repiten la paranoia del rechazo.

                Hay seres netamente repulsivos que han vivido toda su vida RE-peliendo la posibilidad de ser asidos. Seres que siempre RE-chazan. Seres vacios sin historia ni árbol genealógico que derivan en la más absoluta miseria humana.

                Porque sobre las alas de la mariposa, nunca optan por los puntas de atracción… porque sobre las alas de la mariposa, optan por los puntos de refracción.

                Porque cargan sobre sus alas el peso de haber repulsado hasta su fibra más íntima, hasta su ser y, tanto han cargado sus alas, que las dejado pudrir bajo una capa de odio.

                Mariposas sin alas. Y como ya nos ha contado, hija, hijo, nuestro amigo Álvaro Yunque:

                               “… que es una mariposa sin sus alas, más que un simple gusano…”

                Los seres repulsivos, aparte son necios. Pues no aprenden de las rasgaduras y de todo lo que a lo largo de su vida han ido perdiendo. Se empecinan en continuar la pérdida y arrastran a su entorno a su oscura concepción del mundo.

                Los seres repulsivos repiten métodos a la espera de diferentes resultados. Perdieron padres, hermanas, otras hijas. Perdieron toda una gama de familiares que los ubica en soledad ante la posibilidad de una taxonomía.

                Los seres repulsivos no están en las clasificaciones ni botánicas ni biológicas, no tiene un lugar propio porque se disfrazan muy bien de otros seres, ora vertebrados, ora insectos, ora rosas, ora ortiga… y nos conviven. Todos los tenemos cerca, nos rodean con adulaciones que por exageradas, suenan ridículas. A mí me rodeo por un tiempo. A veces le creía pero con el tiempo, le/les vi la cara, como moscas zumbando alrededor… como eristalis acechando tras un fraude.

                Los seres repulsivos son aparte parasitarios, pues cuando han perdido la belleza de sus alas, quieren las tuyas, las envidian y codician al punto de amputártelas, son seres que te absorben la luz.

                Para los seres repulsivos no hay remedio más que el que surge de sus propias venas. Ni antídoto ni terapia. Sólo con el tiempo y los golpes, que les muestren la soledad de su jaula, les podrá cambiar la repulsividad por el abrazo pero, ese es su tiempo, no el nuestro. Y como nosotros vamos a seguir delante de sus intentos de fractura, los dejaremos que se restrieguen en su odio.

                Nuestra cobertura sigue siendo el abrazo, nuestra defensa:

ESTA ESTACA DE MADERA PARA EL CORAZÓN DE DRÁCULA!!!

                                                                                                                                                             cuyas cenizas soplara el viento al olvido de los tiempos.