"Ahora las putas promiscuas hablamos, por tanto, que tiemblen aquellos que perpetúan persecuciones tras años de tiranías antisexuales".
sábado, 21 de noviembre de 2009
"LAS MUJERES DEBERÍAN SER MÁS PROMISCUAS" por Beatriz Espejo
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ENTREVISTAS
"Ahora las putas promiscuas hablamos, por tanto, que tiemblen aquellos que perpetúan persecuciones tras años de tiranías antisexuales".
Así de transgresora se muestra Beatriz Espejo en Manifiesto Puta, un ensayo que acaba de ver la luz y que denuncia sin complejos la persecución de la prostitución y la promiscuidad. El libro intenta ser "una inyección de adrenalina al maltratado ego de las prostitutas y las putas en general", según la autora.
Beatriz Espejo es fundadora del Colectivo de Transexuales de Cataluña. Actualmente vive en Barcelona, en dónde inmigró hace 21 años después de un largo periplo por diversas ciudades españolas. Sin embargo, Bea no esconde sus raíces cordobesas ya que nació en Iznájar, "al igual que José Montilla", comenta riendo la autora de Manifiesto Puta.-
¿Qué le llevó a escribir este libro?-
El hecho de que estamos viviendo un momento donde existe una persecución explícita hacia las trabajadoras del sexo y hacia el resto de mujeres. Cuando se persigue a una mujer por la gestión de su sexualidad, en cierto modo nos están agrediendo a todas.-
Usted sostiene que perseguir la prostitución es machista.-
Sí. Por eso tenemos que luchar contra los prejuicios sexuales y dejar bien claro que nosotras decidimos libremente qué hacer, que no hace falta que nadie nos proteja.-
¿Qué opina sobre la polémica suscitada por la prostitución en la Rambla de Barcelona?-
No hay que confundir determinadas molestias puntuales con la prostitución, que es sólo un contacto sexual y punto, no es un atentado terrorista, un asesinato, una trama de corrupción… no es grave. Hay un montaje destinado a estigmatizar a la mujer, sobre todo si es extranjera y negra. Esto es una postura racista y clasista.-
Pero en el Raval hay prostitutas que incluso roban carteras...-
¿Y qué tiene que ver el tocino con la velocidad? Entonces no serán prostitutas, serán ladronas. No representan a la mayoría de las trabajadoras sexuales.-
A su parecer, las prostitutas están estigmatizadas.-
Depende de qué tipo. No lo están las monocontractuales – mujeres con una relación estable -, pero sí las que tienen relaciones promiscuas. Y no es por el hecho remunerador, sino por la promiscuidad en sí. Lo que duele es que la mujer sea sexualmente explícita.-
¿Por qué?-
El problema es la sociedad patriarcal y machista. Esta estructura social intenta que la mujer sea asexual, es decir, castrada psicológicamente e, incluso, a veces la castración puede llegar a ser física.-
Pero la sociedad ha evolucionado en este aspecto.-
No demasiado. ¿Piensa que el electorado votaría a una presidenta del gobierno que se montara unas orgías como las de Berlusconi? ¿Estaría bien visto?-
No.-
¿Entonces?-
¿Cuál es la solución?-
Que las mujeres tienen que hacer lo que les apetezca respecto al sexo. Esto incluye que si te apetece pagar por estar con un hombre, pagues y experimentes. Las mujeres deberían ser más promiscuas porque esto les proporcionaría un mayor conocimiento de sí mismas.-
La clave está en el sexo.-
No me cabe la menor duda de que si la sociedad follara más todo funcionaría mejor. De hecho los sectores más reprimidos sexualmente son los que tienen más fobias sociales. Fíjese en los países donde hay una mayor libertad sexual. Son los más avanzados.-
Un mal ejemplo sería España.-
No. Lo que pasa es que en nuestro país el discurso sobre la sexualidad es esquizofrénico e incoherente. Se persigue a las prostitutas, pero luego la administración concede licencias a locales donde se practica la prostitución.-
En el libro también critica duramente a las feministas abolicionistas.-
Es el disparate absoluto. Cuando sumas dos cosas buenas, sexo y dinero, no puede dar como resultado una mala. Entonces, el discurso de estos grupos feministas sólo se entiende por los prejuicios que hay en torno a la sexualidad femenina.-
¿Son feministas machistas?-
En el fondo sí que lo son. Es el prejuicio de la mujer contra la mujer. Muchas de las feministas odian a las prostitutas, no es que las quieran salvar, es que las quieren decapitar.-
¡Eso suena muy fuerte!-
El esquema vital de estas mujeres es la casita de chocolate con su marido, sus hijos… y ahí una puta no encaja. Por tanto, es la guerra de una mujer contra otra mujer a quien le echan la culpa de lo que le gusta a su hombre. Nada que ver con el feminismo.-
Si se mira desde ese punto de vista…-
No les gustan las mujeres sexys como las actrices porno, las streappers ni mucho menos las prostitutas. Pero cuando el objeto de deseo es el hombre todo cambia, ¿O alguien piensa que Nacho Vidal es un pobre hombre instrumentalizado por las mujeres?-
Claro, también hay hombres prostitutos.-
Conozco a muchos hombres a quienes les gustaría cobrar por practicar sexo y preguntan qué pueden hacer por ganarse la vida de esa manera. En cambio, cuando una mujer se quiere dedicar a la prostitución, la respuesta de la gente es: "¿Por qué no deja eso y se dedica a otra cosa?"-
Es cuestión de género.-
Pero es que las prostitutas no son un caso excepcional. Antes las madres solteras eran putas y actualmente las que dejan al marido para irse con otro también lo son, y hay que andarse con mucho ojo para que no te acaben tildando de puta.-
¿Y cómo pueden convivir las mujeres con la prostitución?-
Hay que dejar de ver a nuestra pareja como algo que nos pertenece. Hay muchas mujeres que son capaces de aguantan carros y carretas con sus maridos y, luego, les dejan sólo porque les han puesto los cuernos. Pero tienen que entender que el hombre es testosterona pura, le gusta su mujer y también las demás.-
Pero el tráfico de mujeres existe.-
Hay abusos en la medida que no está protegida la trabajadora del sexo. Todo lo que es clandestino está expuesto a determinados tipos de abusos, como el proxenetismo y la esclavitud.-
Hay quien apuesta por regular la prostitución.-
Está bien siempre y cuando se respete el principio de autonomía y de autogestión. Pero me da miedo que se regule la prostitución con la mentalidad que tienen los políticos. Piensan que para proteger hay que prohibir y no es así. ¿A caso se podría proteger a la mujer de la violencia de género prohibiendo el matrimonio?-
Pero las prostitutas no están bien vistas.-
La prostituta ha sido como el modelo que la mujer no tiene que imitar. Al machismo le da miedo la mujer que va por libre. Fíjate que en todos los sistemas patriarcales se crean mecanismos para someter a la mujer. Se preocupan de cómo te vistes, te mueves, dónde vas, y si eres puta, te encierran en un burdel.-
En el libro afirma "Todos y todas somos putas".-
Si el sexo tiene que ser sin intereses materiales, lo siento pero todos somos putas porque supeditamos nuestros intereses a nuestra doctrina cultural. Si tú haces lo que la sociedad espera de ti, no estás haciendo lo que quieres y por lo tanto eres puto o puta. Por eso es tan importante la reivindicación de la sexualidad autogestionada e insumisa.-
¿Qué opina sobre el matrimonio?-
El matrimonio es un vulgar contrato putativo donde el interés patrimonial y material prevalece por encima del sentimiento, que se presume.-
Pero mucha gente dice que se casa por amor.-
¡Y también hay prostitutas que sienten amor por sus clientes! El sexo genera amor y a veces ese amor llega a consolidarse en una relación más o menos estable. En definitiva, hay muchas maneras de amar.
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jueves, 19 de noviembre de 2009
"SOMOS MALOS VOLUNTARIAMENTE " por Hannah Arendt.
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ANTROPOLOGÍA,
FILOSOFÍA,
MODERNIDAD
Es absurdo decir que
el asesino va contra la naturaleza.
La crueldad es uno de los sentimientos
más naturales al hombre:
es el deseo de ejercer sus fuerzas.
Marqués de Sade
La pregunta que está en juego aquí es si la maldad (o la bondad) son connaturales al hombre o si dependen de factores externos como la educación, el entorno social, las relaciones que establecemos, etc. En una palabra, queremos saber si el “mal” es parte de la naturaleza o de la cultura. Intento de definición del mal:
* Es lo que destruye conscientemente la vida.
* Es cualquier tipo de violencia que causa sufrimiento.
* Es el otro como rival.
* Es negar a otro su humanidad.
Intentemos relacionar la idea de mal con la de libertad y responsabilidad, que es la que aparece en un libro fundamental de la cultura occidental: la Biblia.
¿El mal es obra de una voluntad perversa y/o ignorante o es una tendencia natural?
Podemos partir de dos puntos de vista:
1) Si el hombre es libre, ¿por qué elegiría deliberadamente el mal? ¿Será que el mal le provoca un cierto gozo, o más bien por falta de conocimiento del bien? En otras palabras, ¿es por ignorancia o por crueldad que causamos mal? O, para decirlo de otra manera: ¿la maldad es natural, innata, instintiva, producto de un trauma o, por el contrario, voluntaria, es decir consciente y libremente decidida, como cuando un crimen es calificado de premeditado?
2) ¿Y si finalmente todas las atrocidades que concebimos como distintas manifestaciones del mal, no fueran más que la expresión de tendencias universales, —ocultas en lo más hondo del cuerpo, del alma y de la mente de todo ser humano—, que sólo buscan terreno fértil, es decir una coyuntura social, política, ideológica y psicológica para manifestarse en toda su desnudez?
¿El mal es siempre relativo o existe una forma absoluta del mal? Es decir, ¿cada mal particular no supone implícitamente la referencia a un criterio absoluto del mal? ¿Y la idea del mal es relativa a una cultura, a una época, a un individuo, o existe un criterio del mal que trasciende todos estos particularismos? Lo cierto es que al relativizar los actos injustos o crueles parecería que estamos excluyendo la posibilidad de condenar radicalmente algunos de ellos, que son evidentemente inaceptables. Dejemos por el momento esta idea del mal absoluto, aunque quizá el concepto de crimen contra la humanidad nos pueda dar algunas pistas.
¿Quizá el mal sólo existe para darle consistencia al bien?
Tratemos de llegar a una definición por la vía positiva: quizá sea sólo a partir de la idea de mal adquiere sentido la idea de bien. ¿Y si el bien no fuera más que una lucha indefinida contra al mal, es decir contra aquello que, en nosotros y fuera de nosotros, se opone al desarrollo de la conciencia: prejuicios, tendencias pulsionales que nos impiden reconocer la conciencia en los demás y en nosotros mismos.
¿El mal por el mal?
La declaración « Nadie es malo voluntariamente» pretende establecer una verdad universal: que ningún ser humano es capaz de maldad. (En el diccionario se define el mal como una tendencia o inclinación natural a hacer el mal). Es cierto que es difícil aceptar esta afirmación cuando vemos a criminales que llevan a cabo asesinatos premeditados y a sangre fría. Sin embargo, los optimistas afirman que cuando un individuo hace un mal para otros es porque espera un bien para sí mismo, por lo que bastaría con convencer a todo criminal en potencia que su bien puede ser alcanzado por otras vías para que dejara en paz a sus semejantes. Esta postura parte de la idea de que el mundo puede ser un lugar pacífico y armónico. Sin embargo, no es evidente que el bien de unos ahorre mal a los otros. Lo que sí es importante es tomar en cuenta que el adjetivo “malvado” siempre es emitido desde la perspectiva de la víctima, y también hay que preguntarse sobre la parte de voluntad y de libertad de aquellos que, se dice, cometieron el mal.
El hombre que hace daño a sus semejantes espera siempre un bien para sí mismo. Ni siquiera el peor de los sádicos quiere el mal por el mal, sino porque goza con el sufrimiento que impone a sus víctimas. Esto queda claro en el proceso de Gilles de Rais, relatado por Bataille (un aristócrata homosexual que estrangulaba a los pequeños limosneros después de violarlos. En su proceso afirma: “lo hice sólo por placer, por deseo carnal” y se presenta como un esclavo de la necesidad de matar (tomemos en cuenta que había sido guerrero y que años antes sus actos no hubieran sido juzgados). A veces el gozo está relacionado con la tentación de libertad.
Los reformadores políticos siempre pensaron que una organización social más justa volvería a los hombres más fraternales. El proyecto del Contrato Social de Rousseau pretende unir a los ciudadanos de tal manera que la única felicidad que experimenten sea la de todos y así mejoren su comportamiento. Otros reformadores, como el Maqués de Beccaria (S XVIII), esperan erradicar la criminalidad con el adoctrinamiento. Foucault cuenta cómo esperaba utilizar todos los recursos de lo que hoy se conoce como propaganda (escuelas, iglesias…) para crear en el individuo un reflejo mental que asociara a cada idea de infracción la pena que le correspondía.
Antes y después de ellos, todos los filósofos racionalistas —empezando por Sócrates— subrayan que lo único que busca el hombre es el bien. Es suficiente con mostrar los múltiples males que acompañan a un crimen para desanimar a los hombres, al menos a aquellos que quieran ser sabios. El sabio se abstiene de cometer crímenes no por miedo al castigo, sino porque sabe que no hay felicidad sin serenidad mental, y sabe que el que hace daño debe temer no sólo las consecuencias en su sueño sino también los tormentos de su conciencia a la hora de su muerte.
La moral de los resentidos
En Más allá del bien y del Mal, y en la Genealogía de la moral, Nietzsche analiza dos escalas de valores, que corresponden a dos tipos de hombres: por un lado los creadores y por el otro los resentidos. En los primeros domina la fuerza de la afirmación: califican como “bueno” su ser y sus actos. Estos individuos no necesitan compararse con otros para reafirmar sus valores, ni comparar sus actos con valores tradicionales que se presentan como modelos. Para ellos “bueno” califica la actividad y el gozo que se experimentan en el uso de la fuerza.
Nietzsche señala que el origen mismo del lenguaje está relacionado con un acto de autoridad de los poderosos; nombrar es una forma simbólica de decidir la suerte de los demás: Los aristócratas de la existencia empiezan por llamarse a sí mismos “buenos”, “nobles” “verdaderos”. O sea que los hombres nobles sacan de su propio yo la idea de lo bueno y sólo después crean la idea de lo malo. Lo propio de la aristocracia es desconocer lo que desprecia. Es demasiado indiferente para que su desprecio por los demás se transforme en verdadera caricatura (cosa que no sucede con la otra manera de oponer lo “malo” a lo “bueno”: la de los resentidos. Estos “nobles” tenían un código de conducta “noble” entre ellos; pero hacia los demás eran verdaderos bárbaros).
El otro código de conducta es “la moral de los esclavos”: emana de las víctimas reales o potenciales, de los débiles, de los que no se sienten fisiológicamente capaces de triunfar contra esa fuerza que cae sobre ellos. Esta “contramoral” emana en primer lugar de los “sacerdotes”, meditativos, los más alejados de los robustos guerreros. Aquel que desarrolla una mentalidad de víctima empieza por concebir a su enemigo como “malvado” y se opone a él como “bueno”. Esta calificación es pues, posterior; surge para compensar un sentimiento de impotencia; ésta es la reacción de los resentidos, que no saben digerir los fracasos. Esta moral “opone desde el principio un “no” a lo que forma parte de ella, a lo que es diferente… y ese “no” es su acto creador”.
“Es bueno quien no hace violencia contra nadie, no ofende a nadie, no ataca ni toma represalias y deja a Dios que se ocupe de la venganza. Aquel que se mantiene oculto como nosotros, evita enfrentarse con el mal y por lo demás espera pocas cosas de la vida como nosotros, los pacientes, los humildes y los justos”. Pero, dice Nietzsche, exigir de una fuerza que no se manifieste como tal es tan absurdo como pedir a la debilidad que se manifieste como fuerza. Pero así es como procede la moral de los sacerdotes y los esclavos: condenando como “malo” al fuerte que ejerce su fuerza y recomendándole ser bueno a la manera de los débiles. Inventan la idea del sujeto libre que tendría la decisión de manifestar o no su fuerza.
Para Nietzsche el sujeto “es” fuerte en el momento de actualizar su fuerza, no por tener la potencialidad. Afirma que la teoría de la libertad fue inventada para crear los castigos: “Se ha considerado al hombre como un ser libre sólo para que pueda ser juzgado y condenado”. Esto también permitió a los débiles desarrollar una mentira sobre sí mismos y hacer pasar la impotencia por una virtud de paciencia y abnegación; se presentan como seres que eligen no responder al mal con mal. Así se fabricó el ideal del buen cristiano: convirtiendo la impotencia en bondad, la cobardía en virtud, la sumisión en obediencia. O sea que para la moral del resentimiento, existen los malvados y actúan voluntariamente. Son responsables y culpables. La moral nietszcheana se opone radicalmente a esta interpretación: cada uno actúa como puede y no puede actuar de otra manera. Sólo el entrenamiento operado por la cultura puede convertir a una bestia en artista. Cuando hoy lamentamos los crímenes de un “monstruo sanguinario” es porque la cultura fracasó en su proceso de entrenamiento. Pero los monstruos son raros; son mucho más comunes y potencialmente más peligrosos aquellos que sólo han aprendido a obedecer órdenes sin reflexionar. Nietzsche odia a estos hombres de la manada.
La maquinaria totalitaria y la banalidad del mal
Más allá de las eternas disputas para determinar si Nerón, Calígula, Stalin o Hitler ejercieron su libertad, las masacres del siglo XX, en particular las nazis, nos muestran que no hubieran sido posibles sin la complicidad de una nación y una buena cantidad de funcionarios de los países anexados. A partir de las declaraciones de Eichmann cuando es procesado en Jerusalem, Hanna Arendt subraya la maldad temible bajo el dócil profesionalismo de los ejecutantes. De hecho, la categoría “Crimen contra la humanidad” fue inventada para poder restituirles su calidad de asesinos a todos aquellos que se contentaron con aplicar dócilmente las leyes que llevaron al genocidio. Se trata de alertar la conciencia del hombre medio que siempre corre el riesgo de ser “cómplice por debilidad, por blandengue o por una falsa interpretación de sus deberes de Estado” (Finkielkraut; La memoria vana).
La conciencia tranquila del buen funcionario es quizá la figura más temible pues es la menos sospechosa de malignidad. Las declaraciones de Eichmann ilustran esto: él confiesa haber matado sin emoción y torturado sin placer. No tenía más móvil que obedecer las órdenes del Reich. Hannah Arendt señala que hubiera sido más fácil aceptar la inmensidad del crimen si hubiera venido de un monstruo. Lo más escalofriante del genocidio es saber que fue organizado y orquestado por individuos normales, “buenos padres de familia”, “buenos trabajadores” y “buenos ciudadanos”. La máquina totalitaria pone en marcha un operativo colectivo que erradica toda forma de pensamiento personal y asegura una forma perversa del mal: su banalización. Las órdenes de exterminio son dictadas a una categoría de individuos, pero el conjunto no se inmuta. Lleva a cabo tranquilamente su trabajo y se duerme sin mala conciencia. Nadie se ve como malvado. Todos son llevados por el sistema.
A modo de conclusión
La trayectoria de la reflexión nos ha enseñado a desconfiar de las calificaciones de “bueno” y “malo” puesto que aquel que ha sido señalado como “bueno” en un sistema de evaluación puede ser denunciado como “malo/malvado” en otro. El juicio individual parece estar prisionero de un perspectivismo del que podría no salir si aceptamos, con Nietzsche, que todo pensamiento es el síntoma de la fuerza o de la debilidad congénita del que piensa. Sin embargo, la idea de la banalidad del mal en los sistemas totalitarios nos obliga a valorar el juicio auténticamente individual como un muro que protege de toda renuncia a uno mismo, dado que el mal más masivo de la historia fue ejecutado por la masa de subalternos sin maldad ni voluntad personal de asesinar, pero con una docilidad y un conformismo espeluznantes.
Publicado por DARÍO YANCÁN en 17:20 0 comentarios
"EL PODER TIENE MIEDO DE INTERNET" Entrevista a Manuel Castells.
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ENTREVISTAS,
MODERNIDAD
"Si alguien ha estudiado las interioridades de la sociedad de la información es el sociólogo Manuel Castells (Hellín, 1942). Su trilogía La era de la información: economía, sociedad y cultura ha sido traducida a 23 idiomas. Es uno de los primeros cerebros rescatados: volvió a España, a dirigir la investigación de la Universitat Oberta de Catalunya, en 2001, después de haber investigado e impartido clases durante 24 años en la Universidad de California, en Berkeley. Una de sus investigaciones más reciente es el Proyecto Internet Cataluña, en el que durante seis años ha analizado, mediante 15.000 entrevistas personales y 40.000 a través de la Red, los cambios que Internet introduce en la cultura y la organización social, y acaba de publicar, con Marina Subirats, Mujeres y hombres, ¿un amor imposible? (Alianza Editorial), donde aborda las consecuencias de estos cambios.
¿Esta investigación muestra que Internet no favorece el aislamiento, como muchos creen, sino que las personas que más chatean son las más sociables.?
Sí. Para nosotros no es ninguna sorpresa. La sorpresa es que ese resultado haya sido una sorpresa. Hay por lo menos 15 estudios importantes en el mundo que dan ese mismo resultado. ¿Por qué cree que la idea contraria se ha extendido con éxito? Los medios de comunicación tienen mucho que ver. Todos sabemos que las malas noticias son más noticia. Usted utiliza Internet, y sus hijos, también; pero resulta más interesante creer que está lleno de terroristas, de pornografía... Pensar que es un factor de alienación resulta más interesante que decir: Internet es la extensión de su vida. Si usted es sociable, será más sociable; si no lo es, Internet le ayudará un poquito, pero no mucho. Los medios son en cierto modo la expresión de lo que piensa la sociedad: la cuestión es por qué la sociedad piensa eso.
¿Por miedo a lo nuevo?
Exacto. Pero miedo, ¿de quién? De la vieja sociedad a la nueva, de los padres a sus hijos, de las personas que tienen el poder anclado en un mundo tecnológica, social y culturalmente antiguo, respecto de lo que se les viene encima, que no entienden ni controlan y que perciben como un peligro, y en el fondo lo es. Porque Internet es un instrumento de libertad y de autonomía, cuando el poder siempre ha estado basado en el control de las personas, mediante el de información y comunicación. Pero esto se acaba. Porque Internet no se puede controlar.
Vivimos en una sociedad en la que la gestión de la visibilidad en la esfera pública mediática, como la define John J. Thompson, se ha convertido en la principal preocupación de cualquier institución, empresa u organismo. Pero el control de la imagen pública requiere medios que sean controlables, y si Internet no lo es...
No lo es, y eso explica por qué los poderes tienen miedo de Internet. Yo he estado en no sé cuántas comisiones asesoras de gobiernos e instituciones internacionales en los últimos 15 años, y la primera pregunta que los gobiernos hacen siempre es: ¿cómo podemos controlar Internet? La respuesta es siempre la misma: no se puede. Puede haber vigilancia, pero no control.
Si Internet es tan determinante de la vida social y económica, ¿su acceso puede ser el principal factor de exclusión?
No, el más importante seguirá siendo el acceso al trabajo y a la carrera profesional, y antes el nivel educativo, porque, sin educación, la tecnología no sirve para nada. En España, la llamada brecha digital es por cuestión de edad. Los datos están muy claros: entre los mayores de 55 años, sólo el 9% son usuarios de Internet, pero entre los menores de 25 años, son el 90%.
¿Es, pues, sólo una cuestión de tiempo?
Cuando mi generación haya desaparecido, no habrá brecha digital en el acceso. Ahora bien, en la sociedad de Internet, lo complicado no es saber navegar, sino saber dónde ir, dónde buscar lo que se quiere encontrar y qué hacer con lo que se encuentra. Y esto requiere educación. En realidad, Internet amplifica la más vieja brecha social de la historia, que es el nivel de educación. Que un 55% de los adultos no haya completado en España la educación secundaria, ésa es la verdadera brecha digital.
En esta sociedad que tiende a ser tan líquida, en expresión de Zygmunt Bauman, en que todo cambia constantemente, y que cada vez está más globalizada, ¿puede aumentar la sensación de inseguridad, de que el mundo se mueve bajo nuestros pies?
Hay una nueva sociedad que yo he intentado definir teóricamente con el concepto de sociedad-red, y que no está muy lejos de la que define Bauman. Yo creo que, más que líquida, es una sociedad en que todo está articulado de forma transversal y hay menos control de las instituciones tradicionales.
¿En qué sentido?
Se extiende la idea de que las instituciones centrales de la sociedad, el Estado y la familia tradicional, ya no funcionan. Entonces se nos mueve todo el suelo a la vez. Primero, la gente piensa que sus gobiernos no la representan y no son fiables. Empezamos, pues, mal. Segundo, piensan que el mercado les va bien a los que ganan y mal a los que pierden. Como la mayoría pierde, hay una desconfianza hacia lo que la lógica pura y dura del mercado le pueda proporcionar a la gente. Tercero, estamos globalizados; esto quiere decir que nuestro dinero está en algún flujo global que no controlamos, que la población se ve sometida a unas presiones migratorias muy fuertes, de modo que cada vez es más difícil encerrar a la gente en una cultura o en unas fronteras nacionales.
¿Qué papel desempeña Internet en este proceso?
Por un lado, al permitirnos acceder a toda la información, aumenta la incertidumbre, pero al mismo tiempo es un instrumento clave para la autonomía de las personas, y esto es algo que hemos demostrado por primera vez en nuestra investigación. Cuanto más autónoma es una persona, más utiliza Internet. En nuestro trabajo hemos definido seis dimensiones de autonomía, y hemos comprobado que cuando una persona tiene un fuerte proyecto de autonomía, en cualquiera de esas dimensiones, utiliza Internet con mucha más frecuencia e intensidad. Y el uso de Internet refuerza a la vez su autonomía. Pero, claro, cuanto más controla una persona su vida, menos se fía de las instituciones.
Y mayor puede ser su frustración por la distancia que hay entre las posibilidades teóricas de participación y las que ejercen en la práctica, que se limitan a votar cada cuatro años, ¿no cree?
Sí, hay un desfase enorme entre la capacidad tecnológica y la cultura política. Muchos municipios han puesto puntos Wi-Fi de acceso, pero si al mismo tiempo no son capaces de articular un sistema de participación, sirven para que la gente organice mejor sus propias redes, pero no para participar en la vida pública. El problema es que el sistema político no está abierto a la participación, al diálogo constante con los ciudadanos, a la cultura de la autonomía, y, por tanto, estas tecnologías lo que hacen es distanciar todavía más la política de la ciudadanía.
Publicado por DARÍO YANCÁN en 15:32 0 comentarios
"REDACTED" de Brian De Palma.
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PELICULA.
Muchisimo hemos visto...y muchísimo nos han contado.
Pero la construcción de la verdad no depende sólo de ver y oir,
depende de NUESTRO procesamiento.
Hannah Arendt la llamó LA BANALIDAD DEL MAL,
y en ella, aparte de Eichmann, entraba toda la concepción
nazi de la vida.
Creo que se debería colocar un apelativo al
sentir del norteamericanismo!.
Tómense, si pueden 1:26 hs. y vean esta pelicula...
Les aseguro que no les recomiendo Hollywood.
Pero la construcción de la verdad no depende sólo de ver y oir,
depende de NUESTRO procesamiento.
Hannah Arendt la llamó LA BANALIDAD DEL MAL,
y en ella, aparte de Eichmann, entraba toda la concepción
nazi de la vida.
Creo que se debería colocar un apelativo al
sentir del norteamericanismo!.
Tómense, si pueden 1:26 hs. y vean esta pelicula...
Les aseguro que no les recomiendo Hollywood.
Publicado por DARÍO YANCÁN en 3:37 0 comentarios
martes, 17 de noviembre de 2009
"MANIFIESTO PUTA" por Beatriz Espejo
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DERECHO,
DISCRIMINACIÓN,
SEXUALIDAD
El sexo soporta tiranías y abusos de todo tipo sobre los que se sostienen gobiernos, estados y la propia identidad del individuo. Por eso..., ¿te has preguntado si tus decisiones sexuales son libres o están moldeadas por la conveniencia de otros?¿Es el amor una aspiración idílica o un arquetipo tramposo y peligroso?¿Es la promiscuidad una guarrada o una fuente de cultura y sabiduría sexual?¿Comprar o vender sexo es una esclavitud o un pacto legítimo y honesto?¿Es el feminismo institucional liberador de la mujer o castrador de la pluralidad femenina?¿Nos defienden aquellos que se presentan como liberadores o simplemente se unen a otros sectores de la sociedad donde el integrismo sexual es ley?¿Existe la libertad para decidir o lleva impreso el copyright de las siglas del partido político de turno?Manifiesto Puta da la vuelta a los conceptos y nos presenta la promiscuidad y la prostitución como un valor legítimo y deseable. Este ensayo supone una crítica absolutamente implacable hacia aquellos que defienden la castrante dignidad de entrepierna, vulgar excusa con la que se sigue fomentando el molde sexista, tiránico y miserable sobre el que se ha construido la sexualidad tal y como la conocemos.Manifiesto Puta es toda una declaración de principios que pretende remover los cimientos sobre los que está construida nuestra sociedad. Y EL MUNDO YA NO TE PARECERÁ EL MISMO. Bea Espejo nos adentra con este ensayo en una visión inédita de la sexualidad, el género, la prostitución y la promiscuidad. Si hasta ahora la moral y las costumbres han servido para doblegar voluntades, tras este ensayo la sexualidad pasa a tener una dimensión inesperada.Los estigmas y discriminaciones, las persecuciones por sexo y el sentimiento de culpa son sustituidos por una percepción autocomplaciente y hedonista.“TODOS Y TODAS SOMOS PUTAS”, por eso es tan importante la reivindicación de la sexualidad autogestionada e insumisa.Ahora las putas promiscuas hablamos, por tanto, que tiemblen aquellos que perpetúan persecuciones tras años de tiranías antisexuales, pues el Manifiesto Puta es un arma destinada a combatir la basura de los prejuicios donde quiera que se encuentren.
Publicado por DARÍO YANCÁN en 17:50 0 comentarios
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