jueves, 16 de junio de 2011

"EL ESPACIO EDUCATIVO. La materialización de las relaciones de poder a traves del edificio escolar." por Arq. Darío Yancán.




Conferencia dictada por el Arq. Darío Yancán
en el marco de las Jornadas de Intercambio de la RED EDUCATIVA INTERINSTITUCIONAL DISTRITAL, el 15 de octubre de 2004
en Bernal, Buenos Aires, Argentina.


"La materialización de las relaciones de poder."
El edificio escolar.



"El poder no se posee, el poder funciona. El poder no es una propiedad, no es una cosa, no se toma, no se conquista, sino que es una estrategia. No es unívoco, no siempre es igual ni se ejerce siempre de la misma manera, ni tiene una continuidad, sino que es la condensación de redes estratégicas complejas. El poder no esta localizado, sino que es un efecto de conjunto que penetra todas las manifestaciones sociales, y que genera las sociedades disciplinarias: sociedades modernas a partir del siglo XVIII."
Michel Foucault.



Buenas tardes/noches....

INTRODUCCIÓN
Continuamente escuchamos hablar de globalización, de uniformización, hasta de homogeneización; y de hecho la interdependencia de los mercados, la rapidez, cada día más acelerada de los medios de transporte, la inmediatez de las comunicaciones, la velocidad de la información y también en el ámbito cultural, la omnipresencia de las mismas imágenes, hábitos y razones - verdades, la llamada de atención sobre el alza de la temperatura de la tierra o la capa de ozono, nos pueden dar la impresión de que el planeta se ha vuelto nuestro punto de referencia en común.
Esta planetarización puede, según los ámbitos que afecte y la opinión de los observadores, parecer como algo bueno, un mal menor o un horror, pero es, de todos modos, un hecho. Estamos ante una cuestión de facto.
En este contexto, hablar de relaciones de poder dentro de un núcleo social implica la determinación e identificación de los actores y del rol que los mismos desempeñan dentro del conjunto general.
Cada actor constituido desde si como una individualidad genera su espacio, lo demarca, lo custodia. Vemos multiplicarse las reivindicaciones de identidad local con formas y a escalas muy diferentes entre unas y otras o bien los idiomas regionales recobran su importancia como estrategia de resistencia a la disolución que plantea la homologación de hábitos y costumbres.
La permanente búsqueda de mantenimiento de los espacios identitarios implican frecuente impactos en la sociedad que se dan cuando una subjetividad/interés avanza en detrimento de otros.
La lucha social por detentación de espacios dentro de la primacía social se da de manera permanente, hablemos de los conceptos como los dados por Thomas Hobbes que define a: “la instancia política como una forma pacífica de continuar el estado de guerra”, o como la definición de León Trosky del concepto de REVOLUCIÓN PERMANENTE.
A partir de la década del '90 y con el llamado "fin de la historia" y su consiguiente muerte de las ideologías, el proyecto de sociedad y de futuro ha salido del campo de la discusión pública fundamentalmente por considerarse que NO HAY OPCIÓN. El devenir de los hechos y el retraimiento de la acción social a la cotidiana lucha por la mera supervivencia, dejó grandes campos del pensamiento en el olvido, un astuto y bien articulado campo del olvido.
Se perdió de vista que la REALIDAD no es más que sólo un esquema construible donde cada actor pugna por la supremacía sobre los otros, y se patetizó la lógica pragmática de lo inmediato, el hoy y ahora. Perdimos de vista que las instituciones son sólo una creación social a su medida y necesidad para actuar como delegada de la voluntad pública, y que las mismas son transitorias en tanto, dicha voluntad necesite de ellas.
Pero cuando las instituciones y el Estado son instrumento del poder prevaleciente, estas dejan de ser necesarias y se vuelven útiles para la construcción de REALIDAD NO DESEADO SINO POLÍTICAMENTE CORRECTA.

Sufrimos la mayor pérdida de todas, la convicción en nuestra capacidad de incidir en el rumbo que toma el porvenir, se nos desterró LA MIRADA PROSPECTIVA.


Estimados ciudadanos, la REALIDAD no es más que una construcción ideológica.
Una construcción ideológica que se basa en definidos aparatos de acción, normas, reglas y políticas.
Así encontramos a la Escuela/Educación cooptada como uno más de los Aparatos Ideológicos del Estado que son empleados para formar consenso y base social. Vemos a la Escuela/Educación con formas que responden al modelo social que se quiere determinar. Formas tanto edilicias como de pensamientos.
Recorreremos, a partir de ahora, los planos y premisas proyectuales que determinan los edificios, la construcción, la construcción de la subjetividad a través de la posibilidad de moverse en espacios afines al tipo de relación social que se pretende reproducir desde el poder instaurado.
















PRIMERA PARTE :
De los elementos en juego.












EL PARADIGMA SOCIAL

Los devenires de las sociedades, han ido gestionando con el paso del tiempo, un derrotero de transformaciones de formas sociales donde finalmente lo que estuvo en cuestión es como las formas de poder establecían su relación con el individuo y su cuerpo. Así cada modelo de sociedad realizó sus estrategias de dominación a través de instrumentos/conceptos para reproducirse y la vez reproducir su status quo.
Ante todo y en primer lugar, es necesario reconocer un paso histórico y decisivo en las formas sociales a partir del final del siglo XVIII, que es el paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control.
La sociedad disciplinaria es la sociedad en la cual el dominio social se construye a través de una red ramificada de dispositivos o de aparatos que producen y registran costumbres, hábitos y prácticas productivas. Poner a la sociedad a trabajar y asegurar la obediencia al poder y a sus mecanismos de integración y/o de exclusión, se hace por medio de instituciones disciplinarias -la prisión, la fábrica, el asilo, el hospital, la universidad, el colegio, etcétera- que estructuran el terreno social y ofrecen una lógica propia a la "razón" de la disciplina.
Existe una relación analógica entre los diferentes espacios de encierro –familia, escuela, fábrica, cárcel, hospital, manicomio, asilo, cuartel...– del siglo XIX y primeros del XX. La analogía o la identificación, no se encuentra evidentemente en los objetivos de cada institución sino en la estructura de poder, en la forma del sistema de poder. En ese sentido, la forma-fábrica sería el paradigma que corresponde a este modelo social «disciplinario»:

LA COMUNIDAD ORGANIZADA en torno al trabajo productivo, de acuerdo con la ley del valor (la mensura es en tiempo de trabajo individual productivo), garantizándose la cohesión social por medio de la espesa red de coerciones disciplinarias que despliegan instituciones normativas como las antes citadas.
El poder disciplinario gobierna, en efecto, estructurando los parámetros y los límites del pensamiento y de la práctica, sancionando y/o prescribiendo los componentes desviados y/o anormales.
Por el contrario, debe comprenderse la sociedad de control como la sociedad que se desarrolla en el extremo fin de la modernidad y opera sobre lo posmoderno, en donde los mecanismos de dominio se vuelven siempre más "democráticos", siempre más inmanentes al campo social, difusos en el cerebro y los cuerpos de los ciudadanos.
Los comportamientos de integración y de exclusión social propios al poder son, de este modo, cada vez más interiorizados en los propios sujetos. El poder se ejerce ahora por máquinas que organizan directamente los cerebros (por sistemas de comunicación, de redes de información, etcétera) y los cuerpos (por sistemas de ventajas sociales, de actividades encuadradas, etcétera) hacia un estado de alienación autónoma, partiendo del sentido de la vida y del deseo de creatividad.
La sociedad del control podría así ser caracterizada por una intensificación y una generalización de los aparatos normalizantes de la disciplinariedad que animan interiormente nuestras prácticas comunes y cotidianas; pero, al contrario de la disciplina, este control se extiende mucho más allá de las estructuras de las instituciones sociales, por la vía de redes flexibles, modulables y fluctuantes.
En general, la sociedad de control se caracterizaría por el ejercicio difuso del poder, que, a diferencia de la sociedad disciplinaria, se extiende a todo el territorio y ya no pasa prioritariamente por instituciones normativas y autoritarias que actúan «externamente» sobre la voluntad individual, sino que consiste más bien en una red flexible que constituye a los ciudadanos y los implica en sus estrategias globales, movilizándolos a través de las respectivas tácticas locales.
Para que el sistema funcione «desde dentro» se requiere que la movilización general no se produzca de forma impositiva desde un Centro o torre de control, sino que el sujeto movilizado debe convertirse desde su cuadrícula correspondiente en colaborador activo (llegado el caso, en delator), en microcentro o centro subsidiario, en estación repetidora y amplificadora del ruido informativo y del «discurso de verdad», para lo cual necesita una libertad de movimientos, una autonomía, que el esquema disciplinario no permite con facilidad.
Desde ese momento, la autonomía se convierte en un dato –en un «prerrequisito ontológico», como dice Toni Negri–, en una condición previa para las estrategias de control.
El toyotismo en la fábrica, los círculos de calidad, el salario según mérito, la oposición y la competencia entre iguales, la promoción y la dineromanía, en fin, la sustitución del concepto de fábrica por el de empresa, el neocorporativismo («todos somos un equipo»), la «descentralización» (y consiguiente proliferación de centros subsidiarios), son algunos de los hitos bien estudiados de este profundo cambio a escala productiva.
Del mismo modo, se está dando un proceso paralelo en otros ámbitos antes considerados «no productivos» (ocio, cultura, política, distribución, consumo...) y cuya distinción de la esfera productiva es cada vez más difícil de realizar, hasta el punto que va resultando vergonzante el entregarse a cualquier actividad explícitamente ociosa en momentos o lugares no previstos para ello: ningún ámbito se libra de esta cultura trabajista, y actividades que hasta hace no mucho eran cosa de vagabundos y desocupados (escritura, ocio artístico, curiosidad investigadora, actividad política, estudios) hoy se las legitima y recubre de insoportable seriedad considerándolas «trabajo».
De esa forma la sociedad se convierte en integralmente productiva, a toda hora y en todo momento, sin excepción, igual al fichar en la oficina por la mañana que al consumir la dosis televisiva nocturna.
Un ejemplo de descentralización del poder sobre la subjetividad, es la protesta que se sitúa en la típica exigencia al poder de «más información» («¡queremos saber!»), tener «todos los datos» para poder opinar o criticar o denunciar... cuando acaso sería más oportuno hacer un esfuerzo por estar desinformados y deseducados.
Lanzar una posible línea de fuga que nos desconecte del entubamiento audiovisual y poder así, protegidos del ruido ensordecedor que provoca la saturación informativa, vivir de un modo más auténtico que permita conocer los discursos ocultados, los «saberes sometidos» no calificados o descalificados que fluyen por debajo del totalizador (y movilizador) discurso de verdad.


En segundo lugar, el trabajo de Foucault nos permite reconocer la naturaleza biopolítica de este nuevo paradigma del poder.
El biopoder es una forma de poder que rige y reglamenta la vida social por dentro, persiguiéndola, interpretándola, asimilándola y reformulándola. El poder no puede obtener un dominio efectivo sobre la vida entera de la población más que convirtiéndose en una función integrante y vital que todo individuo adopta y aviva de manera totalmente voluntaria. Como dice Foucault, "la vida se ha convertido ahora en un objeto de poder".
La más alta función de este poder es la de investir la vida de parte a parte y, su primera tarea, administrarla.
El biopoder se refiere a una situación en la cual lo que está directamente en juego en el poder es la producción y la reproducción de la vida misma.
Estos dos elementos se enlazan entre sí en el sentido de que sólo la sociedad de control está en condiciones de adoptar el contexto biopolítico como su terreno exclusivo de referencia.
En el paso de la sociedad disciplinaria a la sociedad de control, un nuevo paradigma de poder se realiza, el cual es definido por las tecnologías, al reconocer a la sociedad como el terreno del biopoder. En la sociedad disciplinaria, los efectos de las tecnologías biopolíticas eran aún parciales, en el sentido de que la ejecución de las normas se hacía según una lógica relativamente cerrada, geométrica y cuantitativa.
La disciplinariedad fijaba a los individuos en el marco de las instituciones, pero no conseguía consumirlos/consumarlos enteramente al ritmo de las prácticas y de la socialización productivas; no alcanzaba hasta el punto de penetrar por entero las conciencias y los cuerpos de los individuos, hasta el punto de tratarlos y organizarlos en la totalidad de sus actividades.
Ante esta falencia entra en juego el biopoder, que es llevado a su máxima expresión en la actualidad, bajo dos formas fundamentales:
• el cuerpo máquina y
• el cuerpo especie.
El cuerpo máquina, cuerpo individual, considerado como fuente de fuerza de trabajo, es a lo que me he referido antes con el poder disciplinario, que se ejerce sobre el cuerpo individual y sobre el cuerpo como máquina, cuerpo que hay que educar aprovechando al máximo sus potencialidades.
Pero al lado de este cuerpo máquina, hay un cuerpo especie, que es el cuerpo como objeto de estudio (estudios sobre natalidad, mortalidad,...), el cuerpo no como máquina rentable, sino el cuerpo como cuerpo viviente. Los mecanismos de la vida (natalidad, procreación, muerte, salud...), llegan a hacerse objeto de cálculos y previsiones.
Entonces aparece algo nuevo, la biopolítica.
De lo que se trata es de regular la vida, un adiestramiento en la obediencia sin tener que recurrir a la exclusión o a la tortura. El cuerpo ya no es un resto (del alma), sino que es positivado desde la medicina en general o desde la sexología.
Estamos ante uno de los fenómenos fundamentales del S. XIX, y que se prolonga y llega a su culminación a fines del siglo XX, que es que el poder se hace cargo de la vida, es una estatalización de lo biológico. Pero no es que el biopoder cancele el derecho de muerte, sino que lo modifica, es un poder de hacer vivir (regular la vida) y de dejar morir.
En la sociedad disciplinaria, así, la relación entre el poder y el individuo era todavía una relación estática: la invasión disciplinaria del poder "contrapesaba" la resistencia del individuo.
Por el contrario, cuando el poder se hace totalmente biopolítico, el conjunto del cuerpo social es apresado por la máquina del poder y desarrollado en su virtualidad.
Se expresa así como un control que invade las profundidades de las consciencias y de los cuerpos de la población y que se extiende, al mismo tiempo, a través de la integralidad de las relaciones sociales.

La imagen más completa de este mundo es ofrecida en una perspectiva financiera. Desde este punto de vista, podemos distinguir un horizonte de valores y una máquina de distribución, un mecanismo de acumulación y un medio de comunicación, un poder y un lenguaje. No existe "vida bruta" ni punto de vista exterior, nada, que pueda ser colocado en el exterior de un campo controlado por el dinero: nada escapa al dinero. Producción y reproducción son revestidas de hábitos financieros y, de hecho, sobre la escena del mundo, cada figura biopolítica se presenta adornada de sus oropeles monetarios.
Cuanto más se profundiza el análisis, más se descubre, a niveles crecientes de intensidad, las ensambladuras comunicantes de relaciones interactivas. El desarrollo de las redes de comunicación posee un vínculo orgánico con la aparición del nuevo orden mundial: se trata, en otros términos, del efecto y de la causa, del producto y del productor.
La comunicación no sólo expresa sino también organiza el movimiento de mundialización. Organiza multiplicando y estructurando las interconexiones por medio de redes; expresa y controla el sentido y la dirección del imaginario que recorre estas conexiones comunicantes. En otros términos, el imaginario es guiado y canalizado en el marco de la máquina comunicatriz.
Eso que las teorías del poder de la modernidad han estado forzadas a considerar como transcendente, es decir, exterior a las relaciones productivas y sociales, es aquí formado en el interior, es decir, inmanente a estas mismas relaciones.
La síntesis política del espacio social es fijado en el espacio de la comunicación.
Es por esta razón que las industrias de la comunicación han tomado una posición tan central: no sólo organizan la producción a una nueva escala e imponen una nueva estructura apropiada al espacio mundial, sino que convierten también su justificación inmanente. El poder organiza en tanto que productor; organizador; habla y se expresa en tanto que autoridad.
El lenguaje, en tanto que comunicador, produce mercancías y crea, además, subjetividades que pone en relación y que jerarquiza. Las industrias de comunicación integran el imaginario y lo simbólico en la estructura de lo biopolítico, no sólo poniéndolos al servicio del poder, sino integrándolos realmente y de hecho en su propio funcionamiento.



EL PODER
La obediencia y el mando son dos fenómenos que han estado presentes en el desarrollo de la humanidad y hasta en los animales. Lo cierto es que, si comprendiéramos el poder, comprenderíamos mucho lo inmensamente bello que existe en los actos de los individuos y lo inmensamente diabólico que esconden sus acciones.
El juego del poder se concretiza en las grandes acciones y también en las pequeñas, donde se encuentra la verdadera intención que encierra la lucha por el poder.
No estoy diciendo que la lucha por el poder sea dañina; lo criticable es cuando el poder se convierte en un medio para obtener beneficios para unos pocos. El poder, entonces, siendo el objeto de estudio de la política, constituye una categoría fundamental para entender las relaciones entre los individuos y entre las naciones, y nos revelará fenómenos de autoridad sutiles y complejos que permean los procesos sociales.
El análisis de los procesos sociales permite observar que siempre y, en muchos casos, de forma inconsciente, los individuos se encuentran en situación de mandar o de obedecer, o de ambas cosas a la vez. Muchas veces estas relaciones de dominio o sumisión son muy difíciles de visualizar. No es conveniente considerarlas por separado: las relaciones de poder son producto de ambas.
El término poder, bajo la concepción que se entenderá en este trabajo, debe interpretarse como un conjunto de relaciones entre las personas, no el poder que ejerce el hombre sobre la naturaleza o sobre los animales.
En las acciones de la Naturaleza, no se encuentra, sino porque ese comportamiento proporciona alimento y defensa contra los depredadores, porque espacia la población y evita el hacinamiento y porque tiene un valor de adaptación. La agresión es una estrategia de supervivencia que ha evolucionado para servir a la vida.
La geometría más observada de una jerarquía de dominación, tanto en las grandes corporaciones como en los grupos humanos es una relación donde, el gerente delega en los gerentes medios, éstos en los jefes de divisiones y así sucesivamente.
Igual sucede con los animales: hay unos que mandan, y otros que obedecen, que están más abajo y que no tiene a quien mandar. Es muy raro observar que un macho comience siendo un alfa, sino que debe ganarse el ascenso a través de la conducta de dominación. Los animales y los humanos que forman parte de una jerarquía lineal deben saber dominar a los que están abajo y someterse a los que están arriba.
En ellos coexisten dos fuerzas opuestas: la tendencia a la dominación y la tendencia a la sumisión.



Las relaciones de poder pueden desencadenar los procesos siguientes: sumisión, identificación, interiorización y oposición.

Sumisión
La disposición a someterse, a acatar las órdenes de otros sin ofrecer resistencia puede estar motivada por varios factores. Podría deberse a un cansancio y resignación, producto de la experiencia del individuo de derrotas pasadas, a la desconfianza en los dirigentes y en las organizaciones.
Esta actitud de resignación no va acompañada de la aceptación pasiva por parte de la persona; más bien, indica un estado de impotencia frente al poder, sin llegar a tener ninguna identificación con la autoridad y está a la espera de que existan las condiciones mínimas para revelarse contra ella. Acata la autoridad mientras no puede hacerle frente; sabe, por experiencia, que no puede actuar si no existe el apoyo para su causa, pues sin este apoyo está nuevamente condenado al fracaso.
Si la situación lo obliga a ser sumiso, debe saber moverse con mucha rapidez y astucia entre los dédalos del poder.

Identidad
En este caso, el individuo deja de ser el mismo y se transforma en una persona idéntica a las demás y actúa tal como los poderosos esperan que lo haga. Es tal su identificación con los otros que resulta muy difícil distinguirlos entre sí. Al despojarse de su personalidad, se convierte en un autómata más y para compensar la pérdida de la personalidad, el individuo se conforma con su situación.
Este proceso de automatización convierte al individuo en un ser inseguro y desamparado; de aquí que él busque la protección y esté dispuesto a someterse (incluso muy entusiastamente y con orgullo) a aquellas autoridades que le ofrecen seguridad y protección. Se somete al poderoso y, al mismo tiempo, se actúa como él; a pesar que acepta el poder de los otros, no internaliza sus valores y las normas involucradas. En opinión de Erich Fromm, fue este proceso de identificación de la clase media con el poder alemán que caracterizó el núcleo del movimiento nazi.

Interiorización
A través de este proceso, llamado también proceso de socialización, el individuo hace suyos los principales valores del sistema dominante, se apropia de ciertas características que refleja el sistema de poder y se operan ciertos cambios en la conducta del individuo que tienden a ser más o menos permanentes. Estas características pueden ser denominadas como: valores, motivos sociales, actitudes, creencias, etc.
Los grupos que poseen recursos y, por tanto, poder, suelen imponer a la sociedad su sistema de ideas, el sistema de ideas de los que carecen de recursos es un sistema impuesto.
Como el yo del individuo se encuentra debilitado, la persona es incapaz de darse cuenta de su inseguridad y de reconocer que los pensamientos y las emociones no son realmente de ella, sino que han sido recibidos desde afuera, interiorizados a través de instrumentos especializados en crear en los individuos el conformismo, la apatía, el temor y la aceptación pasiva del poder establecido.
En muchos casos, los individuos llegan hasta admirar y servir a su opresor; admiración y servilismo que son productos de su temor hacia el poderoso.
Existe una red bien organizada de instituciones, difundidas en la sociedad, encargadas del proceso de alienación de las personas. Instituciones como la iglesia, el estado, la familia, la escuela, partidos políticos, los sindicatos y gremios, las empresas son algunos de los mecanismos especializados en este proceso de socialización del conformismo. El individuo se convierte en un autómata: piensa, siente y quiere de acuerdo a lo que los demás piensan, sienten y quieren.
De esta manera, el individuo cree que existe una relación de armonía con los poderosos, colabora con ellos y está dispuesto a defender los intereses de los que tienen el poder, porque cree que son sus propios intereses los que están en juego. Pierde, así, sus últimos vestigios de personalidad.

Oposición
Es una reacción de rechazo a la autoridad, de inconformidad con el poder. No consideraré esta acción de rechazo a la sumisión como propia de un delincuente, como en muchos casos se hace, para tipificar conductas desviadas y justificar ciertas acciones represivas por parte del sistema de poder. Más bien, la considero como una forma de rebeldía ante una situación abusiva del ejercicio del poder.
Más que una conducta desviada, la tipifico como una conducta normal que permite al individuo luchar para dignificar su existencia y lograr su verdadera libertad, con la conquista de la identidad que le ha sido despojada.
El que se revela contra el sistema de poder asfixiante es un quebrantador de las tablas de valores dominantes y es, también, un creador de nuevos valores que promueven la existencia de EL HOMBRE NUEVO.
Conoce de los riesgos y que lo novedoso y el cambio siempre generan oposición; pero, los quebrantadores de valores son creadores, duros y no desean nada gratis. Sólo los mediocres prefieren las cosas fáciles y gratis y se opondrán a todo aquello que indique cambio



EL ESTADO
La estatidad se podría resumir como el conjunto de atributos que definen el surgimiento de una instancia de organización del poder y de ejercicio de la administración pública (el Estado Nacional).

Esta definición supone que el Estado adquiera tres propiedades:
1) La capacidad de externalizar su poder.
2) La capacidad de institucionalizar su autoridad.
3) La capacidad de diferenciar el control.

La capacidad de externalizar su poder requiere, obtener el reconocimiento como unidad soberana dentro de un sistema de relaciones interestatales. Para esto, es necesario que tenga la capacidad institucional de reclamar para sí, exitosamente, el monopolio de la fuerza en un territorio delimitado y lo que es más importante aún, que tenga una política de comunicación para que el resto de los Estado lo respete. Para lograr la consolidación territorial es necesario determinar cuales son sus fronteras, estas serán hasta donde llegue su sistema de poder.
En este esquema, el monopolio de la fuerza, sólo representa el aspecto violento, la última instancia y por lo tanto su parte más importante. Sin embargo, al igual que la fuerza, la capacidad de formar una imagen, y comunicarla, tendrá un rol fundamental en este proceso. Es necesario que el estado sea capaz de "mostrar" en el exterior que es capaz de resolver sus conflictos internos. Es un elemento simbólico de tipo "propagandístico" que consiste en difundir la idea que dentro de un territorio existe una suerte de unidad.

La capacidad de institucionalizar la autoridad implica imponer una estructura de relaciones de poder que garantice su monopolio sobre los medios organizados de coerción.
La idea central de este punto es la necesidad de crear una burocracia estatal.
El Estado necesita institucionalizar la autoridad para generar, y que sean respetadas, las reglas de juego. A la vez, esto implica la existencia de un sistema que por medio de las instituciones logre evitar posibles crisis de legitimidad y que permita que el liderazgo no se desgaste constantemente. La existencia de reglas de juego implica que una demanda deba recorrer un gran camino hasta constituirse en algo de carácter nacional.
Los medios de comunicación sirven para informar las reglas y por lo tanto reducen los costos de la imposición de éstas. Sin embargo, esta no es toda la relación.
Los medios de comunicación no solo informan reglas preestablecidas sino que también crean reglas de juego nuevas que repercuten en la misma burocracia estatal.

La capacidad de diferenciar su control se lleva a cabo "...a través de la creación de un conjunto funcionalmente diferenciado de instituciones públicas con reconocida legitimidad para extraer establemente recursos de la sociedad civil, con cierto grado de profesionalización de sus funcionarios y cierta medida de control centralizado sobre sus variadas actividades".
La idea en este atributo es que se van definiendo instituciones, estableciendo sus límites, que permiten materializar la dominación y extraer recursos de la sociedad civil. Es la diferenciación funcional de las agencias burocráticas del Estado.
Esto es un poder capaz de influir en las acciones de los otros y crear acontecimientos reales a través de los medios de producción y transmisión de las formas simbólicas (como el lenguaje, los idearios y la ideología).
Para que el Estado logre controlar esta esfera, es necesario quitarles dicho atributos a instituciones que lo han ejercido históricamente como las instituciones religiosas, las instituciones educativas y las instituciones mediáticas.

El principal método que utilizó el Estado para controlar los medios de comunicación fue el de quitárselo, en la medida que pudo, a las instituciones que antes lo ostentaban (como la Iglesia y la Escuela). El estado fue comprobando como a mayor manipulación de los medios de comunicación y educación obtenía más velozmente una identidad colectiva.
La capacidad de internalizar una identidad colectiva probó ser uno de los métodos más eficientes para garantizar la dominación a tal punto que se convirtió en uno de los principales objetivos de algunos gobiernos, para implementar con un menor costo sus políticas.
En la Argentina, a lo largo de los dos primeros gobiernos peronistas (1946-1955) se produce en el sistema educativo argentino lo que algunos teóricos, han denominado "politización" de los contenidos escolares. Entendiendo este fenómeno como la introducción y enseñanza obligatoria en los distintos niveles del sistema, sobre todo a partir de 1949, de contenidos de corte político-partidario.
La gran fuerza que otorga el control ideológico, producto de esta internalización de una identidad colectiva, radica en el hecho que permite ejercer el poder desde su punto más sutil. Una instancia donde quien es manipulado ni siquiera reconoce la existencia de dicha dominación.


LA AUTORIDAD
La autoridad per se no es dañina, el tema en cuestión son sus facetas y la forma de ejercerla.
Pretender eliminarla, sería una tarea inútil e imposible, es inherente a la condición humana. En el estudio de las relaciones de poder en las organizaciones, habrá que considerar que la autoridad presenta distinta naturaleza de acuerdo con la intención de quien la ejerza.
Existen personas que usan su poder para sus propios intereses, para destruir, para dañar.
Hay otras, en cambio, que emplean su poder para la consecución de una causa común. De igual manera, existen dos formas de obediencia:
la servil y la libre.
Por eso, es muy importante determinar la naturaleza de la obediencia.

Todos los sistemas sociales, y particularmente el nuestro, funcionan a través de un red de reciprocidades de obediencia común. En todos ellos existe una marca diferencial de poder que caracteriza toda la red de relaciones y es, precisamente, el fenómeno de la obediencia que nos develará todo un conjunto de fenómenos que operan tras la conducta humana.
Estamos "programados" para creer y para hacer lo que se dice, para aceptar sin análisis y cuestionamiento sus "verdades". Las instituciones, que conforman lo que Foucault denominó "un sistema de micropoderes," tienen la función de congelar las conciencias de los individuos a través de procesos subliminares de condicionamientos, que inhiben la actividad creadora del individuo y lo hacen renunciar a su deseo de libertad, ejerciendo un control internalizado, el cual es, en muchos casos, la forma más represiva de control.
La función de la educación está muy bien condensada en la frase que Gabriel García Márquez cita en su famosa obra Vivir para contarla:

"Desde muy niño tuve que interrumpir mi educación para ir a la escuela".



LA INSTITUCION
En el proceso de construcción de la cultura, las sociedades van fijando ciertas pautas que suscriben comportamientos más o menos estables. A estos conjuntos organizados de modos de actuar e ideas asociadas a ellos, que sobrevive a los individuos, la sociología denomina Instituciones.
Dentro de las Instituciones pueden distinguirse dos niveles o formas de analizar una misma realidad:
• La Institución como una constelación o complejos de normas y principios que regulan, por medio de la ley y otros mecanismos de control social, la acción y las relaciones sociales.
• La Institución como organizaciones y colectividades como por ejemplo la escuela, la familia, la comunidad religiosa.

Desde estas dos perspectivas, se habla de la Institución escolar como colectividad organizada que persigue ciertos fines y como conjunto de normas que regulan la actividad educativa.
Con el surgimiento de las ciencias humanas en la matriz de la sociedad disciplinaria, la criminología, la psicología, la psiquiatría, la medicina y la pedagogía logran status científico a partir de mecanismos de poder, fundamentalmente desde la técnica del examen y la medición del individuo.
Estas ciencias se caracterizan por dar cuenta de un sujeto individual conformado de acuerdo a mecanismo de poder y de saber, en virtud de ellos se lo construye dócil, domesticado, castrado; en suma un sujeto normal.
Estas técnicas conforman entonces verdaderas tecnologías de subjetivación.

Son de importancia los análisis de casos institucionales; la modernidad que colocó a las instituciones como principio organizativo fundamental de la sociedad, sentó las bases al mismo tiempo para la vigilancia continua de los sujetos albergados en ellas.
El siglo XIX, y también la sociedad actual, produjeron el despliegue de una vasta red de instituciones de sujeción y control. Todas isomórficas al célebre modelo del panóptico: en una institución panóptica el poder se ejerce a través de la mirada de guardiacárceles, maestros, capataces y demás funcionarios políticos.
Este ejercicio del poder da nacimiento a un cierto tipo de saber respecto de los sujetos vigilados (presos, alumnos, obreros, locos, enfermos, etc.) que se registra cuidadosamente en archivos y documentos. Este saber de poca gloria que recoge la pequeña historia de vida de los individuos encerrados no es un saber inocente sino que realimenta y hace más sutil el ejercicio del poder disciplinario.
Ahora bien, este saber es la base material a partir de la cual surgen algunas ciencias humanas. La psiquiatría, la psicología, la criminología, la medicina, la pedagogía nacen entonces de la vigilancia, el control y la corrección institucional.

Uno de los elementos más criticados a las instituciones es precisamente cómo la vida institucional elimina la singularidad. La falta de intimidad y privacidad pone en crisis la propia identidad de los sujetos.
La apropiación del espacio pasa más por la posibilidad de reconocerse en un lugar determinado que por lograr confort. En los edificios en los cuales abundan signos y códigos de empleo de otro patrón social, destinados a la internación de quienes provienen de hogares muy pobres no pueden identificarse.

Ahora bien, Gilles Deleuze nos recuerda la crisis de las instituciones de encierro: “…Todas las instituciones sufren reconversiones, reformas y caducidades por parte de los gobiernos para mitigar los efectos metamórficos de la sociedad y, en el fondo, todo el mundo es consciente que son reflejo de realidades que han perdido su papel central, que languidecen, e incluso que algunas de ellas son claras candidatas a extinguirse.”

Algo semejante ocurre con los partidos políticos, con la familia, con la fábrica y otras parecidas, que, inmersas en una crisis profunda, tienen ahora un carácter provisional, indefinido, casi técnico, lejos de su papel rector, central, de antaño. La escuela, vive también en crisis y discusión permanente sobre su función (aunque no sobre su existencia) y, aunque su fin no se vislumbra a corto plazo, sufre constantes «reformas» para adecuarse a las nuevas circunstancias (en la escuela, la evaluación continua en vez de los exámenes, la estructura curricular optativa en la Universidad, que sustituye a las viejas titulaciones homogéneas, etc).
No obstante, estas mutaciones que se suceden en la forma de ejercitarse el dominio en absoluto implican la desaparición de todo el arsenal de recursos de la sociedad disciplinaria.


ESCUELA PÚBLICA:
La "escuela" emergió en los siglos XV y XVI sobre la base de las instituciones medievales y es a partir de los siglos XVIII y XIX que comienza a ser objetivado el vínculo entre la educación de los pueblos y la sociedad en su conjunto.
Los procesos de transmisión de saberes a los que estamos acostumbrados tienen lugar en instituciones, y es por ello que muchas de sus propiedades se revelan como naturales y ahistóricas. Interpretamos que las características de la escuela (gratuita, obligatoria, y laica) no escapan a dicho fenómeno institucional.
Permanentemente se ha buscado circunscribir su especificidad, partiendo de conceptos tales como: "la escuela es escuela del saber y de los conocimientos", o también secularizar la producción, distribución y apropiación de éstos "...definiéndose a sí misma como espacio público, dando a los saberes y conocimientos universalidad, criticidad, comunicabilidad y, como tal, tiene significación social".
Así la "enseñanza" entendida como práctica social, logra desmitificar los procesos de transmisión y distribución de los saberes y conocimientos alienándola de los "templos del saber" y despojándola de la búsqueda de "esencias".
Paralelamente al intento de esclarecimiento de sus áreas específicas, la escuela pública adolece de "una pérdida de significación social que tiene que ver con una crisis de lo público como criterio de legitimación social de la circulación de saberes" vislumbrado a través de tres puntos críticos que invisten a la educación de nuestros días:
• la crisis de lo público en los saberes,
• la crisis de lo histórico en la enseñanza y
• la crisis de lo lúdico en el aprendizaje.

Con respecto a la primera, "...mientras la escuela siga pensándose como lugar de contención y comedero y no como ámbito para captar esencias o construir representaciones objetivas de la realidad, se desfasará de su significación social. Porque el saber es hoy la simulación virtual de la realidad y quien conoce es un sujeto ampliado para imaginar posibles".
La escuela es el lugar donde los saberes se hacen públicos, y es por ello que es también en ella donde se sintomatiza la crisis. La llamada resignificación social de la escuela y los contenidos pasa por la vigencia de lo público, refiriéndose a saberes que sean orientados para todos sin restricciones ni jerarquías, y sin expoliaciones de saberes previos.
La crisis de lo histórico en la enseñanza nos recuerda que la escuela es una práctica social concebida como uniformadora (universalidad sin restricciones) pero también homogeneizadora (universalidad que supone despojo de saberes previos).
Una de las maneras de atender a esta problemática es denunciando que la escuela perdió su significación social porque la enseñanza se normalizó, y puede recuperar su significación cuando logra dialectizar la normalización del saber con las innovaciones.
Debemos pensar la institución escolar como una vigencia de lo público: como espacio social del conocimiento, como vigencia de lo histórico: en la práctica social de la enseñanza y como vigencia de lo lúdico: en el tiempo de aprendizaje.
Entiendo que educar en el sentido pleno de la palabra, implica dos operaciones que, aunque distintas, se entrelazan en una simbiosis que apunta a lo que queda del sueño moderno, es decir, una sociedad que progresa linealmente al tercer estadio de la humanidad, el "positivo".
Un primer objetivo es el "instrumental", que en líneas generales intenta que los educandos se hagan acreedores de conocimientos considerados como útiles y válidos.
Un segundo objetivo es el de formar un "sujeto" civil, social, moralizado, adaptado, y capaz de desenvolverse humanamente en las complejas redes sociales.
Las hipótesis de Freud muestran que lo que está en el corazón de la tendencia a la violencia, revela la discordia siempre activa en el interior del ser hablante, o sea su división irreductible producto del hecho de su sumisión al lenguaje, lo que no se logra sin hacerle sufrir al sujeto una pérdida que es de donde se origina la violencia.
La civilización debe poner todo lo que tiene para limitar la agresividad y el odio y para reducirlas con la ayuda de reacciones psíquicas de orden ético.


EL INDIVIDUO Y LOS LUGARES
“Las colectividades […] como los individuos tienen necesidad simultáneamente de pensar la identidad y la relación y, para hacerlo, de simbolizar los constituyentes de la identidad compartida (para el conjunto del grupo), de la identidad particular (de tal grupo o de tal individuo con respecto a los otros) y la identidad singular (del individuo o grupo en tanto que no son semejantes respecto a los otros)”. […] “Este recorrido es “cultural” esencialmente puesto que, pasando por los signos más visibles, más establecidos, más reconocidos del orden social, delinean simultáneamente el lugar, por eso mismo definido como lugar común”
Partiendo de la afirmación es que “en las sociedades occidentales, por lo menos, el individuo se cree un mundo. Cree interpretar para y por si mismo las informaciones que se le entregan”. Plantea la producción de una “individualización de los procedimientos” donde las historias individuales influyen directamente en la historia colectiva, frente a una fluctuación de los puntos de referencia de la identidad colectiva.
Obtenemos una estrecha relación entre la conformación de los lugares comunes de una sociedad y la intervención del hombre tanto en su conformación material como en su aspecto sensible/sensorial, conformando un par dialéctico inseparable,

Subjetividad / territorialidad.

La observación antropológica siempre está contextualizada. La observación y el estudio de un grupo sólo tienen sentido en un contexto dado. Ahora bien, hoy en día, incluso en los grupos más aislados, el contexto, a fin de cuentas, siempre es planetario. Ese contexto está presente en la conciencia de todos, interfiere desigual pero en todas partes de manera sensible con las configuraciones locales, lo cual modifica las condiciones de observación.
Es al análisis de este cambio al cual les invito ahora.
Lo podemos localizar, me parece, a partir de tres movimientos complementarios:
• El paso de la modernidad a la llamada sobremodernidad.
• El paso de los lugares a los no-lugares.
• El paso de lo real a lo virtual.

Estos tres movimientos privilegian puntos de vistas diferentes; el primero pone énfasis en el tiempo, el segundo en el espacio y el tercero en la imagen.
A partir de aquí reservaré el término de “lugar antropológico” como esa “construcción concreta y simbólica del espacio que no podría por sí sola dar cuenta de las vicisitudes y de las contradicciones de la vida social pero a la cual se refieren todos aquellos a quienes ella les asigna un lugar”.
“El lugar antropológico es al mismo tiempo principio de sentido para aquellos que lo habitan y principio de inteligibilidad para aquel que lo observa. Así pues, el lugar antropológico es de escala variable”.
“Se lo considera identificatorio, relacional e histórico” y se define que “el estatuto intelectual del lugar antropológico es ambiguo. Que no es “sino la idea, parcialmente materializada, que se hacen aquellos que la habitan de su relación con el territorio, con sus semejantes y con los otros.” Y “varía según el lugar que cada uno ocupa y según su punto de vista”.
“Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un NO LUGAR.
La hipótesis aquí defendida es que la sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en si lugares antropológicos y que, contrariamente a la modernidad, no integran los lugares antiguos: éstos, catalogados, clasificados y promovidos a la categoría de “lugares de memoria”, ocupan allí un lugar circunscripto y específico”.
Espacios “donde la soledad se experimenta como exceso o vaciamiento de la individualidad, donde sólo el movimiento de las imágenes deja entrever por momentos a aquel que las mira desaparecer, la hipótesis de un pasado y la posibilidad de un porvenir” o como “espacios donde el individuo se siente espectador sin que la naturaleza del espectáculo le importe verdaderamente”. No lugares donde la sobremodernidad impone “a las conciencias individuales experiencias y pruebas muy nuevas de soledad, directamente ligadas a la aparición y a la proliferación de no lugares.
“Por “no lugar” designamos dos realidades complementarias pero distintas: los espacios construidos con relación a ciertos fines (transporte, comercio, ocio), y a la relación que los individuos mantienen con esos espacios”.
Así como los lugares antropológicos crean lo social orgánico, los no lugares crean la contractualidad solitaria”.
“Mientras que la identidad de unos y otros constituía el “lugar antropológico”, a través de las complejidades del lenguaje, las referencias del paisaje, las reglas no formuladas del saber vivir, el no lugar es el que crea la identidad compartida de los pasajeros, de la clientela o del anonimato relativo que necesita la identidad provisional”.
Considerando que el espacio del no lugar no crea ni identidad singular ni relación, sino soledad y amplitud, ni tampoco le da lugar a la historia. Allí reina la actualidad y la urgencia del momento. Se vive el presente. De hecho no se percibe nada: el espectáculo, una vez más sólo es una idea, una palabra. El pasajero de los no lugares hace la experiencia simultánea de la experiencia del presente perpetuo.













SEGUNDA PARTE :
De la combinatoria de elementos.














El problema de explicar el funcionamiento de la obra de arquitectura siempre ha sido difícil, dado que exige mirar lo que nunca se mira. Para eso les propongo hacer un ejercicio de inversión, de invertir sus miradas y empezar a ver lo que no está. Pero, ¿cómo realizaremos esto?
Muy simple.
Cambiando la mirada sobre la arquitectura.
Generalmente al observar los edificios, uno repara en las imágenes y la estética de los mismos, pero para el corpus específico de la obra, su interés no se halla en lo construido, en lo físico y corpóreo, se halla en los vacíos, en los lugares/no-lugares en los intersticios que existen entre los paramentos.
El proceso de diseño en general, tiende a generar huecos y no sólidos, tiende a definir un espacio habitable. El espacio no está dentro de las paredes, se lo encuentra en lo determinado por estas, y en realidad, ¿qué es la obra sino una articulación de espacios?
Leibniz planteaba: “No es el espacio, el intersticio entre dos coexistencias?” Y realmente es allí donde debemos remitirnos, a los intersticios, al vacío que separa lo físico.
No existe inocencia arquitectónica, cada forma inserta y condiciona las relaciones, dirige acontecimientos:

"el discurso arquitectónico es psicológico: con dulce violencia soy llevado a seguir las instrucciones del arquitecto, el cual no sólo significa funciones, sino que las promueve y las induce (en el mismo sentido en que hablamos de persuasión encubierta, de inducción psicológica), maneja proximidades, significados”. …"El mensaje arquitectónico oscila entre un máximo coercitivo (tienes que vivir así) y un máximo de irresponsabilidad (puedes utilizar esta forma como quieras)”

En un ensayo J.M. Montaner dice "…los lugares ya no se interpretan como recipientes existenciales permanentes, sino que son entendidos como intensos focos de acontecimientos, como concentraciones de dinamicidad, como caudales de flujos de circulación, como escenarios de hechos efímeros, como cruces de caminos, como momentos energéticos."
Esta concepción de fugacidad de los momentos y de los lugares, habla a las claras de todo un momento sociológico y antropológico, de la sociedad actual, una sociedad de consumo, pasatista, ociosa.
Sigue diciendo Montaner: "…son siempre espacios relacionados con el transporte y las rápidas, el consumo y el ocio que se contraponen al concepto de lugar de las culturas basadas en una tradición etnológicas localizada en el tiempo y en el espacio, radicadas en la identidad cultural y lugar, en la noción de permanencia y unidad.", en coincidencia con los planteos de Marc Augé.
Es aquí donde me animo a instar a una toma de conciencia a la arquitectura del presente, un llamado al estudio profundo de lo que se construye y diseña. Me atrevería a decir una confluencia de disciplinas, como la semiótica (de manera de analizar lo que la arquitectura denota y connota, positivamente o negativamente) la antropología, en cuanto a la arquitectura como la que concreta la relación del hombre con el espacio.
Un tema de centralidad que hoy se ve reflejado en los megaedificios contemporáneos (los shoppings, los museos institucionales, los mega-centros culturales) remite un análisis que ha llevado a cabo Marc Augé "...la superabundancia espacial del presente".
Esta concepción del espacio se expresa, como hemos visto, en los cambios en escala, en la multiplicación de las referencias imaginadas e imaginarias y en la espectacular aceleración de los medios de transporte y conduce concretamente a modificaciones físicas considerables: concentraciones urbanas, traslados de poblaciones y multiplicación de lo que llamaríamos los , por oposición al concepto sociológico de lugar, asociado con la cultura localizada en el tiempo y en el espacio, como anteriormente he dicho.
Los no lugares son tanto las instalaciones necesarias para la circulación acelerada de personas y bienes (vías rápidas, empalmes de rutas, aeropuertos) como los medios de transporte mismos o los grandes centros comerciales, o también los campos de tránsito prolongado donde se estacionan los refugiados del planeta. .
La organización del espacio y la constitución de lugares son, en el interior de un mismo grupo social, una de las prácticas colectivas e individuales. Entonces, define como a la aparición del hombre, el momento en donde el lugar es espacio creado, "…el espacio, es un : los caminantes son los que transforman en espacio la calle geométricamente definida como lugar por el urbanismo."
Pero en los lugares, el humano no genera acontecimientos, sino, que se hace presente a partir de ellos,
"…el pasajero de los no lugares sólo encuentra su identidad en el control aduanero, en el peaje o en la caja registradora. El espacio del no lugar no crea ni identidad singular ni relación, sino soledad y similitud."[ ] "…el hombre que no siente ya con la ciudad, mide su éxito por el dinero que recibe, y festeja siempre la desaparición de vínculos, temores y deberes, esto es: lo que el llama su libertad."
Esa incipiente desaparición de vínculos en el sistema mundial como dice Alan Tourine "no solo hay que aceptar esta ruptura, nos dicen, sino acelerarla y vivirla como una liberación."
"Pierde, sin embargo, el bien más profundo, aquello que constituye propiamente su existencia de hombre: el lazo misterioso y cordial con las cosas del mundo, por lo que éstas se hacen valiosas para él y otorgan arraigo y sentido a su vida. El empobrecimiento de la personalidad, la trivializaron de los deseos y la masificación humana son sus consecuencias visibles."
No es nada más ni nada menos que el sentido del espacio y del tiempo, el "sentido de la arquitectura".



LA ARQUITECTURA DE LOS META-ESPACIOS O LUGARES DE PERTENENCIA.

La base de la reafirmación personal es el grupo de pertenencia donde el individuo por identificación y oposición contextual se valida. Dicho reafirmación opera sobre cada uno validando o derrumbando los principios individuales
Cuando actúa el biopoder sobre lo inmaterial de la vida genera espacios inmateriales. Al igual que el cambio de paradigma que especificábamos al principio, la sociedad del control resuelve el problema del espacio desde lo físico-institucional hacia el espacio intelectual-inmaterial. Este cambio de espacio interesado por el control genera en la observación de los edificios, una doble mirada, la cual inicialmente debe esclarecer la operatoria existente por detrás del ladrillo apilado.


Cada individuo trata de adaptarse a lo impuesto por la vida institucional y por la espacialidad institucional. Todos “padecen” la institución. Los usuarios conciben al edificio desde las significaciones y relaciones que establecieron y esto trasciende, lógicamente lo físico – a tal punto que relacionan al lugar con personas.
Mas allá de los afectos que puedan establecerse durante el tiempo de la institucionalización, la nota dominante en la mayoría de los comentarios sobre la vivencia de los edificios institucionales, alude a lo ajeno que les resulta el edificio a las dificultades de identificarse con un espacio en particular de la institución, a la falta de intimidad que produce la vida institucional y a la dificultad de establecer un territorio propio dentro de la institución.
En arquitectura se sostiene que hay que conocer al usuario para el que se va a proyectar, a la par que la formación de los arquitectos adolece de una aproximación rigurosa a técnicas del trabajo del antropólogo en cuanto a observación.
Dar una respuesta a los problemas edilicios desde una actitud antropológica de "debe ser" pensando en un usuario ideal que surge de los estereotipos construidos socialmente - la familia tipo, el huérfano típico, etc.- O bien Intentar una aproximación a las necesidades, posibilidades y preferencias, de quienes van a usar tratando de conocer “como son”, esto, implica en primera instancia asumir que para conocer a los usuarios primero es necesario aprender a conocer a los usuarios o potenciales usuarios. En ambas actitudes siempre se halle presente la persona.
Es desde esta perspectiva que las técnicas antropológicas cobran importancia.
De todos modos parece evidente que la sociedad actual, heredera de la modernidad, pondera discursivamente la libertad humana, pero paradojalmente no posee formas de construirse que actúen en ese sentido. Ahora bien, este proceso de conformación social no respondió a un proyecto absolutamente homogéneo o uniforme; pero constituyó una cierta racionalidad que vino a brindar características identitarias al mundo occidental.
Si bien todo este cuerpo de saberes no se vio plasmado en grandes sistemas filosóficos, la racionalidad puede apreciarse con mayor nitidez un tejido reticular. denominado dispositivo en red, y por él entiende: " (...) un conjunto decididamente heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas,
Dentro del terreno de la educación la racionalidad se vehiculizó particularmente en programas pedagógicos, reglamentos de escuelas, proyectos arquitectónicos, normativas de funcionamiento y otros por el estilo. Por ello es conveniente analizar uno de esos elementos menores pero de referencia obligada de esta racionalidad:
la conformación del edificio escolar en tanto operador de vigilancia.
De este modo las escuelas parroquiales fueron diagramadas en función de sutiles mecanismos disciplinarios donde la mirada operaba como instrumento de control: nació así una arquitectura de la vigilancia opuesta a la arquitectura del espectáculo.
Foucault comenta "Los arquitectos modernos están descubriendo una forma que antiguamente se desconocía. En otros tiempos - dice refiriéndose a la civilización griega- la mayor preocupación de los arquitectos era resolver el problema de cómo hacer posible el espectáculo de un acontecimiento, un gesto o un individuo al mayor número posible de personas. (...) Actualmente, el problema fundamental para la arquitectura moderna es exactamente el inverso. Se trata de hacer que el mayor número de personas pueda ser ofrecido como espectáculo a un solo individuo encargado de vigilarlas".
Entonces para Foucault, a todo un saber glorioso de la visión asociado a las mejoras en las lentes, los telescopios, los microscopios y el arte de la óptica se le contrapuso un saber de bajo vuelo relacionado con la funcionalidad política de la mirada.
El modelo del panóptico ha sido propuesto por el propio Jeremy Bentham como diagrama perfecto de vigilancia para las escuelas de diverso tipo, ya sean religiosas, pupilares, normales, militares o de cualquier otro orden. Su principio de funcionamiento es por demás conocido y su éxito se debe a que produce en el sujeto la internalización de la mirada controladora. Después de la maravilla arquitectónica de Bentham el mejor vigilante para el alumno pasó a ser el propio alumno.
El diseño arquitectónico de estas escuelas recuerda el esquema antes descripto del campamento militar: la forma rectangular ubica en los laterales del edificio las aulas, laboratorios, sala de máquinas, sanitarios, cocinas, bibliotecas, sala de reuniones, secretarias; y en el extremo del mismo -en una privilegiada posición de observancia- la Dirección. Vale decir que el lugar reservado para la conducción del establecimiento sintomáticamente es el espacio adjudicado para la ubicación de una mirada omniabarcativa. Esta posición permite a los directivos barrer el interior del edificio con un simple vistazo. Por otro lado, de necesitarse una inspección más compleja, las aulas están construidas con ventanas y puertas vidriadas que dan hacia el pasillo central; ofreciendo la posibilidad de visualizar hacia el interior en una sencilla recorrida.
Asimismo conviene destacar que de un lado del establecimiento se ubica su entrada principal, y en el otro una amplia puerta que comunica al salón de usos múltiples y a la salida al patio de recreo. Por lo tanto el ingreso y egreso de alumnos, padres y cualquier otra persona queda rigurosamente controlado gracias al estratégico lugar de la Dirección. Incluso los sanitarios, lugares donde las personas se encuentran con su más pura intimidad, se hallan ubicados mucho más cerca de la Dirección que las aulas; y en su interior cada habitáculo posee media puerta lo que permite un control más riguroso de los sujetos.
Al ingresar a la escuela los alumnos deben realizar ciertas prácticas rutinarias que dan inicio a las actividades del día: saludar a las autoridades, izar la bandera, formar fila ordenadamente, permanecer en silencio y escuchar atentamente las palabras del propio director, entre otras. Esta prácticas constituyen en la generalidad un modo de relación intersubjetiva donde personajes como el preceptor o el celador realizan el trabajo de individualizar a todos aquellos que se distinguen por conductas transgresoras a la norma. A todo este proceso específicamente centrado en los alumnos no escapan tampoco los propios docentes ni demás agentes del sistema educativo -porteros, bibliotecarios, asesores pedagógicos y demás.
Es notable como en ciertas instituciones escolares se pretende homogeneizar las diferencias en virtud de producir individuos acordes con la norma, dóciles y domesticados.
Como decíamos antes, no sólo los alumnos son objetos de normalización, sino también los docentes. Éstos a diferencia de lo planteado en la Reforma Universitaria y la obtención de la libertad de cátedra, en la escuela el docente es objeto de permanente inspección, a través de la presentación de una enorme cantidad de papelerio inútil, la visita y observaciones de clases por parte de inspectores de rama, inspectores jefe, y/o directivos de las instituciones. Y el caso de las instituciones de gestión privada, el encausamiento en la linea de pensamiento ideológico que existe detrás del proyecto empresarios de la institución transforma el ámbito educativo en alineación empresaria.
Peor es el caso de instituciones que pertenecen a partidos políticos y sindicatos donde aparte de regir la especulación económica, exigen sometimiento a vía jerárquica fáctica, identificación política, silencio cómplice y lealtad a códigos corporativos rayanos con lo mafioso.
"La evaluación se ha convertido en una de las características fundamentales de la reconstrucción política y de disciplina de los profesores como sujetos éticos en la década de 1980. Extiende la lógica de control de calidad y de los indicadores de la ejecución al centro pedagógico de la docencia. Lleva consigo la necesidad de soportar la mirada tutelar, haciendo que el profesor sea calculable, descriptible y comparable.
Se asiste de este modo a un proceso sutil de normalización de los sujetos.
Y en este proceso de normalización, un papel importante es el del edificio escolar. Cuando éste se combina con agentes del sistema educativo más cercanos a imperativos de vigilancia, control y corrección que a pedagogias liberalizadoras y democráticas, el proceso educativo cambia sustancialmente.
El caso de los dos establecimientos neuquinos es, en sí mismo, absolutamente preocupante pero debe constituir en última instancia una excusa, una sana excusa para poner en discusión un problema teórico mucho más profundo: ¿necesariamente la educación va de la mano de la disciplina social?; ¿las prácticas pedagógicas deben estar pautadas por la severidad y las formas rígidas ?; ¿se halla inscripta en el corazón de la enseñanza la exigencia de generar sujetos normales?; ¿por qué esta necesidad de homogeneizar para educar?, y por otro lado, ¿por qué este imperativo de individualizar las transgresiones a la norma y la obligación a corregirlas en lo particular?; finalmente ¿es posible construir una pedagogía absolutamente independiente de la vigilancia, el control y la corrección?
Los nuevos diseños de control -diferenciados del modelo panóptico ortodoxo- no siempre se asocian a discusiones pedagógicas de vanguardia, sino que a menudo se deja en manos de los arquitectos esta cuestión, bajo el supuesto que son los únicos especialistas en el problema.
Pero además del modelo panóptico, las escuelas y edificios escolares del siglo XIX también fueron construidos en el marco de una multiplicidad de diseños entre los que se destaca el patrón del campamento militar: este patrón exigía que las puertas de las carpas de los superiores se abrieran hacia las tiendas de los subalternos, permitiendo una rápida y permanente visualización para perfeccionar el control de tipo jerárquico piramidal.
De este modo los reclutas eran vigilados por los suboficiales, y estos por los oficiales, de tal manera que el principio de ordenamiento se articuló a la vez como principio de control. El antiguo y tradicional plano cuadrado fue sustancialmente modificado en el curso de la Edad Moderna de acuerdo con numerosos esquemas. Cabe señalar un modelo alargado de manera rectilínea en el cual los vigías se situaban estratégicamente en los extremos para barrer de una simple mirada todo el interior del campamento. Durante mucho tiempo se encontraron elementos característicos de este diseño en la construcción de ciudades obreras, hospitales, manicomios, prisiones, instituciones educativas y otras semejantes. "Desarróllase entonces toda una problemática: la de una arquitectura que ya no está hecha simplemente para ser vistas (fausto de los palacios), o para vigilar el espacio exterior (geometría de las fortalezas), sino para permitir un control interior articulado y detallado...".
El análisis de edificios evidencia la repetición de tipologías como esquema predefinido, done se optimiza su funcionamiento interno y actúa como máquina desde el punto de vista social, repitiendo espacios de relación.






















TERCERA PARTE :
Del PROGRAMA DUHALDE.

















Una muestra significativa de lo que representa para el poder político y por ende para su política educativa, analizaremos los datos aportados por el INFORME SOBRE ARQUITECTURA ESCOLAR emanado por la Dirección Provincial de Arquitectura de la provincia de Buenos Aires. Dichos datos son relevante en tanto nos permiten apreciar las pautas rectoras del Plan del construcción de Escuelas para la transferencia del sistema educativo determinado por la Ley Federal de Educación.
A partir de este momento el trabajo se tornará eminentemente técnico a saber que se adoptará una mirada crítica y detallista de pautas y edificios.
Comenzaremos de los considerandos vertidos en la presentación del Informe donde se puede leer:
Este... principio implica que ya en la infancia deben sentarse los fundamentos para la conformación de un ciudadano SANO, con firmes convicciones éticas,...con un firme compromiso integral con el pasado, el presente y el futuro de la nación",
y en la misma pagina a párrafo siguiente:
"...la enseñanza secundaria es de una importancia decisiva al fortalecer la CONCIENCIA MORAL...",
para finalizar la introducción, hablando de la Universidad:
"... No puede conformarse como una isla dentro de la comunidad...sino ser capaz de forjar a los jóvenes como INTELECTUALES ARGENTINOS EL SERVICIO DE LA RECONSTRUCCIÓN Y LIBERACIÓN DE LA PATRIA."

La lectura aguda e intencionada nos permite hallar un modelo de persona que necesita el poder de turno, el cual, queriendo darle al discurso patriótico tensiona los preceptos y destinos del Sistema Educativo.
Utiliza conceptos del tenor de SANO Y CONCIENCIA MORAL, los cuales conllevan una escala de valores que claramente tienen relación con los de la clase dirigente, en este caso, representado por el Discurso, la retórica y el panteón peronista en su faceta populista/caudillezca.
En su capítulo que trata las "Causas que generan las construcciones escolares", en su apartado de " Creación de nuevos servicios " detecta la siguiente causal de obra y es el hecho que existen
"...los CEC... que dan respuesta a la problemática de absorber a los chicos ... de las escuelas de escolaridad simple y el resto del día permanecen en la calle."
Donde pareciera que el problema es el estar en la calle. En los lugares donde se desarrollan las problemáticas de la vida del ciudadano, donde el padecimiento de la realidad es cruelmente educador, se busca crear instancias donde los chicos, bajo el discurso de la contención, en colocado permanentemente bajo supervisión de los cánones de la sociedad SANA.

Desde el punto de vista de la metodología proyectual, en el capítulo que trata las "Reflexiones y propuestas", la parte de la Planificación será considerada a partir del problema
"... del deficit entre la demanda y la oferta edilicia...",

para lo cual se realizará una política de rápida respuesta donde

"... La sistematización ...permitirá tipificar soluciones...".

En los capítulos anteriores hemos hablado del surgimiento de la Arquitectura como manifestación de la sociedad según sus parámetros culturales y a partir de la determinación de lugares antropológicos, actitud que en el empleo de una sistematización de una respuesta de carácter general no permite la subsistencia de los rasgo de memoria social de los diferentes puntos de la Provincia. Salvo que se siga operando a partir de la concepción de la TABULA RASA, de la misma manera que operó el Mov. Moderno de principios del S. XX.
En realidad, las nuevas forma de biopoder tiende a la neutralización de los perfiles regionales en pos de una modernización obligatoria, que permita pertenecer al primer mundo; adoptando una imagen universal tanto en lo formal como en lo interior.
Las operaciones proyectuales nacidas de la sistematización nos permitirá actuar de manera adecuada con las urgencias, donde el uso del
"...prototipo como parte de la búsqueda es el primer paso sobre la RACIONALIDAD, ECONOMIA Y ELEMENTO DE RESPUESTA RÁPIDA, la sistematización agregará la flexibilidad, versatilidad y multiplicidad de respuesta. La sistematización integral permitirá la adecuación permanente...a diferentes temáticas..."

Como vemos los principios rectores del " Proceso de proyecto en la obra pública", son todos de ámbitos exteriores al quehacer exclusivo del proyecto. Todas las pautas enunciadas son congruentes con una modalidad de pensamiento netamente utilitario donde nada tiene mayor aspiración que la de obtener el máxino rendimiento.
La lógica de la máxima rentabilidad, originaria en los cálculos financieros, se impone sobre las particularidad sociales, las culturas, tradiciones y los lugares antropológicos.

Texto del libro de Obras Públicas



















EPILOGO
Espíritu joven.





















Hay un número indeterminable de agentes sociales que están ya utilizando las redes de control con fines no siempre relacionados con lo específico, ocupándose de intereses particulares ajenos a la empresa, estableciendo espacios autónomos con relaciones laterales, no jerárquicas, entre ellos e, incluso, propiciando actividades antagonistas en el interior de esas redes oficiales. Situación compleja donde gravitan lógicas de ruptura y discontinuidad social y donde se atisba una imbricación en el seno de lo social entre dos flujos divergentes: uno que trata de conservar y canalizar lo instituido y otro que lo desborda, lo desprograma y lo disuelve. Ambas lógicas a menudo convergen y chocan en sujetos sociales anómalos e innovadores, lo que puede llegar a producir cortocircuitos y apagones en el propio mando.
Lo que está en juego es nada menos que la nueva relación biopolítica "normal" entre los ciudadanos y el Estado. Esta relación no tiene nada que ver con la participación libre y activa en la esfera pública, sino que concierne a la inscripción y fichaje del elemento más privado e incomunicable de la subjetividad: quiero decir la vida biológica de los cuerpos.
A los dispositivos mediáticos que controlan y manipulan la palabra pública corresponden en consecuencia los dispositivos tecnológicos que inscriben e identifican la vida desnuda: entre esos dos extremos de una palabra sin cuerpo y de un cuerpo sin palabra, el espacio de lo que llamábamos otrora la política es cada vez más reducido y más exiguo.
Así, al aplicar al ciudadano o mejor dicho al ser humano como tal, las técnicas y dispositivos que fueron inventados para las clases peligrosas, los Estados, que deberían constituir el lugar mismo de la vida política, han hecho de él, el ser humano, el sospechoso por excelencia, hasta el punto de que es la humanidad misma la que se ha transformado en clase peligrosa.
Hace algunos años, escribí que el paradigma político de Occidente no era ya la ciudad, sino el campo de concentración, y que habíamos pasado de Atenas a Auschwitz. Se trataba evidentemente de una tesis filosófica, y no de un relato histórico, ya que no se deberían confundir fenómenos que conviene por el contrario distinguir.
Querría sugerir que el tatuaje apareció sin duda en Auschwitz como el modo más normal y económico de organizar la inscripción y el registro de lo deportados en los campos de concentración. El tatuaje biopolítico que nos imponen ahora los Estados Unidos para entrar en su territorio, podría ser el signo precursor de lo que nos pedirán más tarde aceptar como la inscripción normal de la identidad de buen ciudadano en los mecanismos y engranajes del Estado.

La humanidad tiene la responsabilidad, responsabilidad derivada del principio de la selección natural, de la preservación y superación del individuo. La decisión es nuestra: o nos destruimos o nos desarrollamos. El principio de la selección natural no entiende de sentimientos. El panorama no es muy alentador. Y no es que seamos pesimistas; pero, las masacres, el odio, la envidia, la destrucción, el egoísmo son una constante en la ecuación del "desarrollo humano" y en el desarrollo organizacional.
En efecto - dice el autor portugués, Premio Nobel de Literatura 1998, José Saramago - yo no sé quien soy. Pero, más que el yo me preocupa el otro, ese otro al que siempre definimos como enemigo. Por eso, la vida pacífica entre los seres humanos no existió nunca y, si existió alguna vez, no duró mucho. Esforzarnos por comprender al otro, que es nuestro semejante, es lo decisivo.
Nuestras conciencias están secuestradas, igual que nuestro lenguaje, nuestra identidad perdida. Muy bien lo dijo recientemente, en una entrevista, el ganador del premio Nobel de Literatura 2002, el escritor húngaro, Imre Kertész, con relación a cómo los sistemas secuestran el lenguaje:
“… sigue secuestrado. Los medios y los periódicos crean su propio lenguaje en el que el individuo está perdido. Tenemos que volver al lenguaje del individuo….”
En el discurso aprendí que en un momento de mi vida decidí que mi única realidad era yo. Creo que todo el mundo debería tener ese momento, la libertad total del ser. Debemos rescatar nuestra propia identidad y debemos estar dispuestos a hacerlo por duro y difícil que sea el camino: Debe considerarse que no hay nada más difícil de llevar a cabo, ni éxito más dudoso, ni más peligroso de manejar, que iniciar un nuevo orden de cosas.
La construcción de una nueva cultura y una nueva ética planetaria no es una opción, es una obligación. Una cultura y una ética que promueva y fortalezca el potencial de resistencia, con creatividad, ante sistemas dominantes que prohiben a las personas una vida digna, una educación que libere y no que domestique. Esa es nuestra misión. Misión que se desdobla en: misión individual y misión grupal. No bastan las buenas intenciones. De buenas intenciones está lleno el infierno.

Donde hay poder hay resistencia: una de las características de las relaciones de poder es precisamente la resistencia. Pero la capacidad de resistir depende de las armas morales que cada sujeto pueda ir construyendo a lo largo de su vida. Sujetos moralmente “fuertes” significa sujetos autónomos y autodeterminados, capaces de decidir.
Las instituciones, sobretodo las educativa formativas y las de asistencia a menores y adolescentes son un dispositivo muy potente en este sentido, pero históricamente han contribuido a la formación de sujetos acríticos, obedientes a la autoridad, etc. Si bien este tópico trasciende en mucho los alcances de este estudio.

“…La máquina imperial vive produciendo un contexto de equilibrios y/o reduciendo las complejidades. Ella pretende proponer un proyecto de ciudadanía universal e intensifica, con este propósito, la eficacia de su intervención sobre todo elemento de la relación de comunicación, disolviendo toda identidad e historia sobre un modo enteramente posmoderno…”

Toni Negri y Michael Hardt





















BIBLIOGRAFIA

Giorgio Agamben (La traducción ha sido realizada por Miriam L. Chorne para la página de El observatorio Psi, de donde la he extraído).
Friedrich, Nietzsche, (2000) Así habló Zaratustra. Madrid: Ediciones Escolares.
Maurice, Marsal, (1971) La Autoridad. España: oikos-tau, s.a.-ediciones.
Nicolás, Maquiavelo, (1999) El Príncipe. Ed. Losada
Michael Hardt y Toni Negri, L´Empire, publicado en las ediciones Exils
Michel Foucault, Vigilar y castigar, Ediciones siglo veintiuno, Argentina 1989 (décimo séptima reimpresión).
Michel Foucault, Genealogía del Poder, Ediciones de la piqueta; Madrid 1993.
Michel Foucault, La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1995, IV y V conferencia.
Jaques Derrida, La escritura y la diferencia, Ed. Antrophos, España, 1989
Francis Fukuyama, “El fin de la historia 10 años después”. (1999)
Sarlo,Beatriz, “Escenas de la vida postmoderna. Intelectuales, arte y videocultura en Argentina”. Ed. Ariel. (1996)
Umberto Eco, "La Estructura Ausente. Introducción a la Semiótica" (Editorial Lumen, Barcelona, 1999)
Marc Augé, "Los «no lugares». Espacios del anonimato. (Una antropología de la sobremodernidad)" (Editorial Gedisa, Barcelona, 1996
Martin Heidegger, "Construir, habitar, pensar" (Alción Editora, Argentina, 1997)










martes, 14 de junio de 2011

"JORGE LUIS BORGES, 14 de junio de 1986" por Darío Yancán


La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita. Cambiará el universo pero yo no, pensé con melancólica vanidad; alguna vez, lo sé, mi vana devoción la había exasperado; muerta, yo podía consagrarme a su memoria, sin esperanza, pero también sin humillación

El Aleph, Ficciones, Jorge L. Borges.