“Con su tendencia a reducirlo todo al mínimo denominador, nuestra época empuja hacia los pensamientos débiles, las ideas tranquilizadoras y las filosofías del statu quo. De nada sirve, pues, intentar construir una nueva teoría y, a partir de ella, una nueva ideología. Porque tal vez, con el fin de los tiempos modernos, la sociedad ya no es "pensable" en el modo en que la pensaban los grandes ideólogos que caracterizaron la modernidad”.
Emb. Albino Gomez
Días atrás debatía con mi respetado amigo Albino acerca de las mutaciones que sufrimos en nuestra vida, de cómo el transitar personas, lugares y espacios nos transforma en un provisorio permanente. Y en ese contexto de debate, de cómo hacer el rescate de dichas instantáneas, o en última instancia, con qué objeto rescatar? Constituir sustrato?.
No lo sabíamos, no nos poníamos de acuerdo y no llegábamos a ninguna conclusión terminante.
Él, Albino, me hablaba de su experiencia como Embajador, de cómo la transitoriedad crea un costado de los acontecimientos que impronta segundos. Tan sólo segundos.
Yo, Darío, le hablaba de mi experiencia como constructor de lo doméstico, de cómo las posturas y demandas oscilaban al vaivén consumista. Tan sólo días separan una imagen de la otra.
Ambos hablábamos en definitiva de pulsiones espasmódicas a sabiendas que la promesa ha perecido trascurrido el instante.
Coincidimos en que vivimos prometiendo para un no-mañana, para cada instante posterior con perecimiento inevitable.
A sabiendas que cada instante deberá ser reconstruido desde tierra, arrastramos el cansancio de vivir edificando entornos y personalidades a-éticas disolubles en la mínima dosis de líquido.
Afortunadamente, ambos habíamos pasado por la experiencia del encuentro con el Sr. Bauman, cosa que nos quitó extrañamiento y nos atemperó el impacto del permanente comienzo, el impacto de estar, vivir y hallarnos siempre en el punto de partida.
Re-partida que exige desarrollar la capacidad de abandonar para obtener mayor rapidez e inmediatez, que exige mutar de manera completa acumulando trajes viejos a un costado para componer los recuerdos. Actitudes, procederes, principios, valores y personas que desde la superfluidad no pasan del atardecer. Superfluidad que conjuntamente con la indiferencia social depuran las relaciones humanas diariamente.
En un solo momento del debate nos pusimos de acuerdo y es que, a ambos, nos llamó la atención la mutación externa de “ese” que se hacía llamar Sabina, y que sólo tenía en común las letras de sus canciones. A ambos nos surgió la misma reflexión:
” los cambios de piel te arrancan incluso contenido, incluso ideología …”
Los actores sociales posmodernos resumieron lo profundo, lo interno y lo epidérmico, perdieron dimensión y profundidad, supeditaron el entendimiento a cuestiones superficiales.
Los individuos carentes de la profundidad, tienen una planitud pasmosa que destruye la posibilidad de debate, que argumentan desde una evidente ignorancia que los remite a una sociedad diferente.
Pero,…lamentablemente…, son la mayoría y nos arrastran a todos.
Solos, cada vez más solos, nos aliamos en esta ciudad global. El inconciliable diálogo con la ignorancia nos segrega impiadosamente.
Nos despedimos sin promesa de futuro.
Nos despedimos con el deber de trascender el momento vivido.
En definitiva ambos buscamos una estrategia de supervivencia.
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