viernes, 4 de abril de 2008

"CARTA ABIERTA A CRISTINA" por Fernando Peña.




Cristina, mucho gusto.
Mi nombre es Fernando Peña, soy actor, tengo 45 años y soy uruguayo. Peco de inocente si pienso que usted no me conoce, pero como realmente no lo sé, porque no me cabe duda que debe de estar muy ocupada últimamente trabajando para que este país salga adelante, cometo la formalidad de presentarme. Siempre pienso lo difícil que debe ser manejar un país... Yo seguramente trabajo menos de la mitad que usted y a veces me encuentro aturdido por el estrés y los problemas. Tengo un puñado de empleados, todos me facturan y yo pago IVA, le aclaro por las dudas, y eso a veces no me deja dormir porque ellos están a mi cargo. ¡Me imagino usted! Tantos millones de personas a su cargo, ¡qué lío, qué hastío! La verdad es que no me gustaría estar en sus zapatos. Aunque le confieso que me encanta travestirme, amo los tacos y algunos de sus zapatos son hermosísimos. La felicito por su gusto al vestirse.

Mi vida transcurre de una manera bastante normal: trabajo en una radio de siete a diez de la mañana, después generalmente duermo hasta la una y almuerzo en mi casa. Tengo una empleada llamada María, que está conmigo hace quince años y me cocina casero y riquísimo, aunque veces por cuestiones laborales almuerzo afuera. Algunos días se me hacen más pesados porque tengo notas gráficas o televisivas o ensayos, pruebas de ropa, estudio el guión o preparo el programa para el día siguiente, pero por lo general no tengo una vida demasiado agitada.

Mi celular suena mucho menos que el suyo, y todavía por suerte tengo uno solo. Pero le quiero contar algo que ocurrió el miércoles pasado. Es que desde entonces mi celular no deja de sonar: Telefe, Canal 13, Canal 26, diarios, revistas, Télam… De pronto todos quieren hablar conmigo. Siempre quieren hablar conmigo cuando soy nota, y soy nota cuando me pasa algo feo, algo malo. Cuando estoy por estrenar una obra de teatro –mañana, por ejemplo– nadie llama. Para eso nadie llama. Llaman cuando estoy por morirme, cuando hago algún “escándalo” o, en este caso, cuando fui palangana para los vómitos de Luis D’Elía. Es que D’Elía se siente mal. Se siente mal porque no es coherente, se siente mal porque no tiene paz. Alguien que verbaliza que quiere matar a todos los blancos, a todos los rubios, a todos los que viven donde él no vive, a todos lo que tienen plata, no puede tener paz, o tiene la paz de Mengele.

Le cuento que todo empezó cuando llamé a la casa de D’Elía el miércoles porque quería hablar tranquilo con él por los episodios del martes: el golpe que le pegó a un señor en la plaza. Me atendió su hijo, aparentemente Luis no estaba. Le pregunté sencillamente qué le había parecido lo que pasó. Balbuceó cosas sin contenido ni compromiso y cortó.

Al día siguiente insistí, ya que me parecía justo que se descargara el propio Luis. Me saludó con un “¿qué hacés, sorete?” y empezó a descomponerse y a vomitar, pobre Luis, no paraba de vomitar. ¡Vomitó tanto que pensé que se iba a morir! Estaba realmente muy mal, muy descompuesto. Le quise recordar el día en el que en el cine Metro, cuando Lanata presentó su película Deuda, él me quiso dar la mano y fui yo quien se negó. Me negué, Cristina, porque yo no le doy la mano a gente que no está bien parada, no es mi estilo. Para mí, no estar bien parado es no ser consecuente, no ser fiel.

Acepto contradicciones, acepto enojos, peleas, puteadas, pero no tolero a las personas que se cruzan de vereda por algunos pesos. No comparto las ganas de matar. El odio profundo y arraigado tampoco. Las ganas de desunir, de embarullar y de confundir a la gente tampoco. Cuando me cortó diciéndome: “Chau, querido…”, enseguida empezaron los llamados, primero de mis amigos que me advertían que me iban a mandar a matar, que yo estaba loco, que cómo me iba a meter con ese tipo que está tan cerca de los Kirchner, que D’Elía tiene muuuucho poder, que es tremendamente peligroso. Entonces, por las dudas hablé con mi abogado. ¡Mi abogado me contestó que no había nada qué hacer porque el jefe de D’Elía es el ministro del Interior! Entonces sentí un poco de miedo. ¿Es así Cristina? Tranquilíceme y dígame que no, que Luis no trabaja para usted o para algún ministro. Pero, aun siendo así, mi miedo no es que D’Elía me mate, Cristina; mi miedo se basa en que lo anterior sea verdad. ¿Puede ser verdad que este hombre esté empleado para reprimir y contramarchar? ¿Para patotear? ¿Puede ser verdad? Ése es mi verdadero miedo. De todos modos lo dudo.

Yo soy actor, no político ni periodista, y a veces, aunque no parezca, soy bastante ingenuo y estoy bastante desinformado. Toda la gente que me rodea, incluidos mis oyentes, que no son pocos, me dicen que sí, que es así. Eso me aterra. Vivir en un país de locos, de incoherentes, de patoteros. Me aterra estar en manos de retorcidos maquiavélicos que callan a los que opinamos diferente. Me aterra el subdesarrollo intelectual, el manejo sucio, la falta de democracia, eso me aterra Cristina. De todos modos, le repito, lo dudo.

Pero por las dudas le pido que tenga usted mucho cuidado con este señor que odia a los que tienen plata, a los que tienen auto, a los blancos, a los que viven en zona norte. Cuídese usted también, le pido por favor, usted tiene plata, es blanca, tiene auto y vive en Olivos. A ver si este señor cambia de idea como es su costumbre y se le viene encima. Yo que usted me alejaría de él, no lo tendría sentado atrás en sus actos, ni me reuniría tan seguido con él.

De todas maneras, usted sabe lo que hace, no tengo dudas. No pierdo las esperanzas, quiero creer que vivo en un país serio donde se respeta al ciudadano y no se lo corre con otros ciudadanos a sueldo; quiero creer que el dinero se está usando bien, que lo del campo se va a solucionar, que podré volver a ir a Córdoba, a Entre Ríos, a cualquier provincia en auto, en avión, a mi país, el Uruguay… por tierra algún día también.

Quiero creer que pronto la Argentina, además de los cuatro climas, Fangio, Maradona y Monzón, va a ser una tierra fértil, el granero del mundo que alguna vez supo ser, que funcionará todo como corresponde, que se podrá sacar un DNI y un pasaporte en menos de un mes, que tendremos una policía seria y responsable, que habrá educación, salud, piripipí piripipí piripipí, y todo lo que usted ya sabe que necesita un país serio. No me cabe duda de que usted lo logrará. También quiero creer que la gente, incluso mis oyentes, hablan pavadas y que Luis D’Elía es un señor apasionado, sanguíneo, al que a veces, como dijo en C5N, se le suelta la cadena. Esa nota la vio, ¿no? Quiero creer, Cristina, que Luis es solamente un loco lindo que a veces se va de boca como todos. Quiero creer que es tan justiciero que en su afán por imponer justicia social se desborda y se desboca. Quiero creer que nunca va a matar a alguien y que es un buen hombre. Quiero creer que ni usted ni nadie le pagan un centavo. Quiero creer que usted le perdona todo porque le tiene estima. Quiero creer que somos latinos y por eso un tanto irreverentes, a veces también agresivos y autoritarios. Quiero creer que D’Elía no me odia y que, la próxima vez que me lo cruce en un cine o donde sea, me haya demostrado que es un hombre coherente, trabajador decente con sueldo en blanco y buenas intenciones.

Cuando todo eso suceda, le daré la mano a D’Elía y gritaré: “Viva Cristina”… Cuántas ganas tengo de que todo eso suceda. ¿Estaré pecando de inocente e ingenuo otra vez? Espero que no.

La saluda cordialmente,

"EL DISCURSO CONTRA EL CAMPO IV" por Cristina Fernandez de Kirchner.

Argentinos y argentinas: quiero agradecer esta presencia multitudinaria del pueblo argentino, que no ha venido a defender un color político o a un sector; agradezco la presencia de miles y miles de argentinos y argentinas que vienen a defender a su país, la Nación Argentina.

Quiero decirles, argentinos y argentinas, hace apenas dos días que se cumplieron cien días desde que juré como Presidenta de todos los argentinos y créanme, hermanos y hermanas, que nunca había visto en tan corto tiempo tantos ataques a un gobierno surgido del voto popular, nunca tantas ofensas, nunca tantos insultos. ¿Y por qué? Parece que sólo he cometido un pecado: haber sido votada por la mayoría de los argentinos en elecciones libres, populares y democráticas. (Aplausos).

Tal vez, además de ser votada, tenga otro pecado: el ser mujer, pero de los dos me siento orgullosa, de ser mujer, la primera que gobierna la República Argentina en nombre del voto popular. (Aplausos). Tal vez muchos que hablan de institucionalidad y de cultura democrática deberían practicarla, pero practicarla en las acciones concretas en lugar de los discursos.

En estos días de marzo, amigos y amigas, hermanos y hermanas donde he visto nuevamente el rostro de un pasado, que pareciera querer volver. Tal vez, muchos de ustedes son muy jóvenes, por ahí lo veo a Juan Cabandié, hijo de la tragedia de los argentinos, tal vez muchos no lo recuerdan, pero un 24 de febrero de 1976 también hubo un lock out patronal, las mismas organizaciones que hoy se jactan de poder llevar adelante el desabastecimiento del pueblo llamaron también a un lock out patronal allá por febrero del 76. Un mes después, el golpe más terrible, la tragedia más terrible que hemos tenido los argentinos.

Esta vez no han venido acompañados de tanques, esta vez han sido acompañados por algunos "generales" multimediáticos que además de apoyar el lock out al pueblo, han hecho lock out a la información, cambiando, tergiversando, mostrando una sola cara. Son los mismos que hoy pude ver en un diario donde colocan mi caricatura, que no me molesta, a mí me divierten mucho las caricaturas y las propias son las que más me divierten, pero era una caricatura donde tenía una venda cruzada en la boca, en un mensaje cuasi mafioso. ¿Qué me quieren decir, qué es lo no puedo hablar, qué es lo que no puedo contarle al pueblo argentino?

Sepan, todos los que tengan que saber, que siempre he cumplido mi deber como ciudadana, como legisladora y lo voy a volver a hacer como Presidenta de todos los argentinos. (Aplausos).

Quiero decirles que ese pasado que quiere volver no va a poder porque ha cambiado la Argentina, ha cambiado el mundo y hemos cambiado también todos nosotros, somos otro país, pese a quienes les pese. (Aplausos) Un país más abierto, un país más democrático, un país más tolerante, pese a los que solamente quieren insultar o agraviar.

Pero yo quiero en esta tarde de alegría decirles a todos ustedes, que han venido aquí bajo una consigna, la del apoyo al gobierno nacional y popular, quiero decirles además que por sobre todas las cosas los hombres y mujeres que hoy están aquí han venido también en defensa propia, de sus trabajos, de sus logros, de sus ilusiones, de sus conquistas, de sus esperanzas, porque somos la plaza del reencuentro y la transformación de los argentinos. Porque déjenme contarles, amigos y amigas, que en aquel pasado muchas veces nos dividieron con enfrentamientos artificiales, que hoy intentan algunos burdamente repetir. Cuando uno escucha a algunos dirigentes que dicen pertenecer al campo del pueblo y representar a los pequeños productores, digo yo, ¿se puede representar al pueblo y enorgullecerse de desabastecerlo? ¿Se puede pertenecer y representar a los pequeños productores que todos los días luchan contra los pools y las grandes concentraciones económicas? Hablemos claro los argentinos, porque si hablamos claro y con el corazón en la mano vamos a poder construir un país diferente, un país sin falsos enfrentamientos.

Invito a los argentinos a hacer un ejercicio de memoria. Cuántos sectores tal vez, con muy buena fe, creyeron o esperaron que aquel 24 de marzo iba a ser para mejor, conozco inclusive militantes de los organismos de derechos humanos con esta autocrítica. Y esto debe llevarnos a pensar a todos nosotros cuáles han sido los desencuentros para 200 años de frustraciones.

Hoy estamos aquí y siento, argentinas y argentinos, que estamos en un momento histórico de la Patria. Nunca en 100 años habíamos protagonizado esta recuperación económica, trabajadores con trabajo, empresarios con sus fábricas abiertas, comerciantes con sus comercios, estudiantes estudiando en las universidades públicas y en las universidades privadas. Si este año, argentinos y argentinas, volvemos a crecer vamos a ser el período más fructífero de nuestros 200 años. (Aplausos)

No desaprovechemos la oportunidad, que no nos arrebaten el presente y el futuro, sepamos defender con inteligencia, con democracia y con tolerancia, sin hacer caso a las provocaciones, las conquistas sociales, políticas y económicas que hemos logrado en estos 5 años. (Aplausos)

Argentinos y argentinas, muchos de nosotros venimos de historias diferentes, de experiencias diferentes, de lugares político sociales y hasta culturales diferentes, pero lo importante no es de dónde se viene sino hacia dónde vamos todos juntos argentinos. Esta es la clave, el país que queremos. (Aplausos)

Y este país que ha vuelto a recuperar la fuerza del trabajo, que ha vuelto a recuperar sus fábricas, que ha vuelto a recuperar la autoestima nacional y que tiene una oportunidad histórica no la puede desaprovechar.

Yo convoco a todos, a todos, aún a los que agravian e insultan, sólo les pido, si les hace feliz agraviarme síganlo haciendo, pero por favor no agravien más al pueblo, dejen las rutas para que se despejen y los argentinos puedan acceder a los alimentos, las fábricas a los insumos, los comercios a las mercaderías. (Aplausos)

Quiero decirles también a quienes tiene la inmensa responsabilidad, la respetabilísima profesión de informar a la sociedad, que lo hagan sin crear antagonismos, sin diferenciar en los colores de piel, por favor, no dividan a los argentinos porque los argentinos queremos estar unidos, solidarios y trabajando. (Aplausos)

Este no es sólo un proyecto en el cual podemos mencionar trabajo, fábricas y producción, es por sobre todas las cosas de inclusión social, de redistribución del ingreso. Lo dije a lo largo y a lo ancho de la campaña, yo no soy de los dirigentes políticos que han tenido un discurso en la campaña para luego venir a hacer otra cosa en la gestión de gobierno. Tengo mi compromiso con el pueblo, con mis ideas, a las que expuse libremente en elecciones democráticas, donde compulsamos con otras ideas, con otros proyectos que tal vez no dijeron lo que después hicieron. Pero no importa, la voluntad del pueblo siempre es inapelable, nos guste o no nos guste el resultado, y a eso me remito, argentinos y argentinas. (Aplausos) A este proyecto político de inclusión social, de redistribución del ingreso, de la vigencia irrestricta de los derechos humanos, por primera vez en este mi país, la Nación Argentina. Me siento orgullosa de poder mirar al mundo y que el mundo nos mire como ejemplo de plena vigencia de los derechos humanos. (Aplausos)

Sé que hay costos personales que pagar, sé que cuando uno elige el camino del pueblo, cuando uno elige el camino de los derechos humanos, cuando uno elige el camino de una sociedad más justa y equitativa, las cosas se hacen siempre más difíciles. Pero tengo la convicción, tengo la fuerza y tengo el coraje para llevar adelante el mandato que me confirió el pueblo argentino. No lo voy a traicionar. (APLAUSOS)

Quiero convocar, argentinos y argentinas, desde esta histórica Plaza, a todos los argentinos y a todas las argentinas, a todos los sectores económicos y sociales, sindicatos, empresas, para que este 25 de Mayo, a dos años de cumplir el Bicentenario de la Patria, podamos poner una bisagra histórica y dejar atrás definitivamente doscientos años de fracasos, frustraciones y desencuentros.

Convoco al pueblo argentino, a todos, a este gran acuerdo del Bicentenario de nuestra Patria, de nuestro nacimiento, este 25 de Mayo, desde el fondo de mi corazón. Y les pido a todos y a todas que me ayuden, quiero que me ayuden a poder seguir luchando por la justicia; quiero que me ayuden a seguir luchando por el trabajo; quiero que me ayuden a seguir luchando para conformar un empresariado nacional con más valor agregado cada día, con cada día más y mejor trabajo; que me ayuden a que la educación vuelva a ser el instrumento del equilibrio social, porque sola no puedo; necesito de la fuerza inagotable e indestructible del pueblo. Y sé que lo van a hacer, porque los argentinos nos hemos alejado del infierno y no queremos volver a él. Nos gusta más este país donde somos un poco más los que podemos compartir que aquel país del pasado en el que unos pocos gozaban de todas las riquezas y el resto miraba o sufría o moría. (APLAUSOS)

Como les dije el 10 de diciembre, sé que siendo mujer me va a costar un poco más, pero que no se confundan con mi aparente fragilidad, tengo ejemplos de mujeres que vencieron a lo que ningún hombre podía vencer. Allí están, a un costado, con sus pañuelos blancos en la cabeza, ellas son el ejemplo de que las mujeres, con objetivos, con ideales y con valentía, son capaces de vencer las adversidades más terribles. (APLAUSOS)

Finalmente, quiero en esta tarde agradecer a todos los que se han acercado a esta plaza, a los sindicatos, a los movimientos sociales, a los miles de ciudadanos y ciudadanas que no están en ninguna organización, que simplemente son eso, ciudadanas y ciudadanos que no están de acuerdo con el desabastecimiento, con la especulación, con los que quieren adueñarse de todo. A ellos los convoco a un gran esfuerzo, a una gran campaña que es la campaña de los argentinos.

Quiero convocar también a todos los que militan, cualquiera sea su partido político, a ver si alguna vez dejamos de hacer campaña por el propio partido y empezamos a hacer campaña por la Argentina, que lo necesita más que nunca. (APLAUSOS)

A todos gracias, a todos muchas gracias, mucha fuerza, mucha tolerancia, no importa que provoquen o hagan cosas, seamos nosotros todos los días un poco mejor, porque de esta manera, siendo todos los días un poco mejor, construiremos entre todos también un país mejor.

Quiero también agradecer a las organizaciones de derechos humanos que hoy nos acompañan por su inmensa valentía, por su valor, por su presencia inclaudicable, y a todos los argentinos y argentinas con alegría, porque los argentinos no tenemos por qué estar crispados y enojados, por primera vez en cinco años nos está yendo mejor, un poco mejor a todos. Entonces alegría, mucha alegría en el corazón, mucho trabajo, mucho esfuerzo y mucho compromiso con este, nuestro país.

Quiero decirles, finalmente, que mi compromiso con el pueblo, mi compromiso con el voto popular es indestructible. Ese es el deber que siempre cumpliré como argentina por sobre todas las cosas, como Presidenta de todos los argentinos y para todos los argentinos.

Quiero finalmente pedirles, rogarles encarecidamente a los que aún creen que es bueno cortar caminos para que no pasen alimentos, que es bueno cortar caminos para que no pasen instrumentos para las fábricas, que por favor, en nombre de todo el pueblo y en nombre de ellos mismos, que también son parte del pueblo, adviertan el mal que están haciendo.

Por eso, quiero agradecerles a todos ustedes, hombres y mujeres de mi país, por este compromiso que no es con el Gobierno, que no es con un partido, que no es con un color, sino que es con este, nuestro país, la Argentina.

Fuerte el grito de ¡Argentina!, que se sienta en todas partes, a lo largo y a lo ancho, ¡Argentina con inclusión social, Argentina con trabajo, Argentina por la producción, Argentina por los que menos tienen, Argentina por los que todavía tienen hambre! ¡Vamos Argentina por todo lo que todavía nos falta lograr!

Muchas gracias, muchas gracias, argentinos y argentinas, muchas gracias, los quiero mucho, aquí adentro, en el corazón. (APLAUSOS)

"EL DISCURSO CONTRA EL CAMPO III" por Cristina Fernandez de Kirchner.

Muchas gracias, buenas tardes a todos y a todas: cuando uno escucha los datos, que acaba de darnos el señor Ministro de Economía, debo confesarles, siento un poco de pena y de dolor por estar discutiendo algunas cosas en la Argentina, en una Argentina que con el esfuerzo de todos hemos logrado transformar en estos cuatro años y medio, pero que todavía quedan argentinos que no tiene trabajo, que tienen hambre o que aún teniendo un salario no les alcanza para vivir con la dignidad que todo hombre y toda mujer merece.

Por eso digo, es importante conocer y tener información y permítanme contarles, a mi criterio, cómo es esto de tomar una decisión cuando uno tiene la responsabilidad de ser un presidente o una presidenta, un gobernador o un intendente, pero fundamentalmente una presidenta, no por una cuestión de jerarquía institucional, sino porque obliga a una mirada más abarcativa, a una mirada a todo el territorio. Tengo que mirar desde Jujuy hasta Ushuaia, desde Mendoza hasta el Río de la Plata y además mirar con precisión a cada uno de los sectores para ver cuáles son las medidas más razonables que defiendan el interés de la Nación y el interés del pueblo, términos que ustedes saben son para mí, profundamente democrática, la convicción más íntima.

La democracia es, esencialmente, el pueblo y los intereses del país, en conjunto, unidos, sin posibilidad de ser separados. Y es precisamente en este marco de situación del mercado interno, internacional donde uno ha tomado una medida como la que acaba de describir el Ministro Lousteau, la resolución del 11 de marzo. Podría haber sido en cualquier otra área, en la salud o en política judicial, pero siempre son estos los ejes que deben movilizar a un Presidente de la República cuando toma una medida, la mirada del conjunto.

Y aquí, en la República Argentina, donde tenemos 300 millones de hectáreas de territorio nacional, de las cuales el 10 por ciento, 30 millones de hectáreas se dedican y son cultivables, el 45 por ciento hoy, casi el 50 por ciento está dedicaba al cultivo de la soja. Ahora bien, ¿esto convierte a la soja en algo maligno? No, pero - argentinos y argentinas - de esa soja los argentinos sólo consumen el 5 por ciento, el otro 95 por ciento se exporta. ¿Y qué es lo que consumen los argentinos, bueno qué es lo que consumimos los argentinos? Consumimos leche, trigo, pan, carne, que está en la otra porción que va quedando y que cada vez es menor. Podría hablarles - allí la veo a Romina Piccolotti - del 1.100 mil hectáreas en deforestación, que hemos tenido para dedicar al producto de la soja y lo que esto afecta en biodiversidad e impacto climático, pero dejemos este aspecto medioambiental, muy importante, el impacto ecológico, para centrarnos exactamente en la medida económica.

Reitero: en el otro 50 por ciento tenemos que tener el trigo, el maíz, la carne, que es la dieta de los argentinos. El precio internacional no hace falta decirlo, ha subido, de todos los alimentos, de todos los comodities, lo cual nos obliga a un doble sistema a utilizar en la República Argentina: retenciones y compensaciones. Retenciones para evitar que el precio internacional nos dispare, nos vuele los precios internos de lo que consumimos los argentinos. No estamos - me parece - dispuestos a cambiar nuestra dieta alimentaria; por el contrario, para que ustedes tengan una idea, estamos consumiendo casi 70 kilos de carne vacuna por año y casi 30 kilos de pollo por argentino, casi 100 kilos de proteína animal, un caso único en el mundo.

Lo cierto es que esto se mantiene, además, porque el maíz, saben ese alimento fundamental para nuestros pollos, también para nuestro ganado porcino, vacuno. ¿Qué quiero decirles con esto? Que este juego de retenciones que han sido tan criticadas, desde el sector agropecuario, son las que nos permiten no solo mantener el equilibrio de los precios internos, sino también, al mismo tiempo, incentivar determinados cultivos. Porque bueno es decirlo, esta resolución del 11 de marzo, además, por primera vez, en la Argentina reduce la retención de maíz y de trigo, que es lo que también nos interesa tener a los argentinos.

Recién veíamos los precios de estos alimentos en los países vecinos y en Europa, donde también se venden precisamente estos productos. Pero yo les contaba que, además de las retenciones, tenemos un sistema de compensaciones porque tampoco queremos que nuestros productores pierdan dinero. Este año la ONCCA ha pagado, además, para poder mantener los precios internos, porque si no tampoco podríamos haberlo hecho con las retenciones, 500 millones de dólares, que ha pagado a tamberos, a productores, a invernadotes, a engordadores, a productores de trigo y también a la agroindustria harinera, etc. a todo lo que constituye, digamos, los proveedores del alimento que consumimos todos los argentinos.

Ya no basta, siquiera, con las retenciones para contener precios por la diferencia de los precios internacionales; además está el dinero que el Estado, que los argentinos estamos poniendo, en materia de compensaciones. En este marco la resolución del 11 de marzo involucraba al universo, únicamente, de productores de soja y girasol. Porque, reitero, a los de maíz y trigo le hacía reducción. Se aumentaba la retención y se creaba la retención móvil para soja y para girasol también.

¿Cuál era el precio, como recién decía el ministro, que tenía el productor cuando decidió sembrar soja? 237 dólares la tonelada. ¿Cuánto es el precio de hoy, aún con la resolución del 11 de marzo aplicándose? 279 dólares. Quiere decir que aún la totalidad de los productores, sean pequeños, medianos o grandes - aún con la retención tal cual se aplica - no tienen perdidas o sea no pasa de ser una producción rentable a una producción que da perdida. Esto quiero que quede muy claro, aún sin la compensación, que más tarde voy a describir, y que ha hecho también el ministro, aún sería rentable.

Podrían ser algunos productores, tal vez, por el costo de flete hasta la hidrovía, hasta los puertos.

Ahora bien, ¿cuántos son los productores de soja y girasol, en la República Argentina? Son 84 mil. ¿A cuántos les va a llegar esta compensación, como hacemos con otras actividades que hoy anunciaba el ministro? A 62.500 productores que vuelven a tener la misma rentabilidad, no que vuelven a tener rentabilidad porque seguían teniéndola, que vuelven a tener la misma rentabilidad, como si no se hubiera dictado la resolución del 11 de marzo.

Y estos 62.500 productores que son, reitero, el 80 por ciento de los productores de soja y girasol de nuestro país, ¿cuánto producen, cuánto es el volumen que producen? Sólo producen el 20 por ciento de soja en la República Argentina; el otro 20 por ciento de productores produce el número inverso: el 80 por ciento del total de tonelaje de soja y girasol en nuestra República Argentina. Y de ese 20 por ciento de productores, que tienen el 80 por ciento del total del mercado, hay un 2,2 por ciento que tiene el 46 por ciento de la producción. Y acá viene la segunda parte de la mirada, cuando una Presidenta tiene que tomar una decisión, el tema de cuál es el modelo de distribución en la República Argentina y cómo se concentra la riqueza.

No porque ser rico esté mal, lo he dicho ya en reiteradas oportunidades, sino porque es necesario que, además de que haya muchos ricos, haya muy pocos pobres y casi nada de pobres. Yo siempre les dije que mi ilusión sería que en la República Argentina no hubiera un solo pobre. Creo que ese día podríamos denominarnos una sociedad justa, mientras tanto, mientras haya alguien sin trabajo y sin comida vamos a seguir siendo una sociedad con un grado de inequidad social reprobable.

¿Cuál es nuestra obligación entonces como gobernante? Tomar las decisiones que reequilibren a la sociedad, que nos permitan, además, garantizarles a todos los habitantes trabajo, vivienda, salud, educación y también producir riqueza. Porque es muy importante, también, algo que señaló Martín y que yo había señalado en Parque Norte, cómo estamos hoy los argentinos. Hemos logrado una reducción al 7,5 por ciento de desocupación. ¿Cómo ha sido la participación de los distintos sectores en la generación del trabajo que hoy tienen los argentinos: los empleados de comercio, los empleados en los talleres, en las fábricas, en los servicios? Pese al boom agropecuario sólo hemos logrado crecer, en este sector, un 1,5 ò sea que nosotros podríamos tener esta fantástica cosecha, que tanto sirve y ayuda al país, pero seguiríamos por el nivel de ocupación que produce el sector en el 21 por ciento de desocupación. Un poco el modelo de 1910, del Centenario, donde un pequeño sector concentraba la riqueza, mucha riqueza, éramos el granero del mundo, pero también éramos un país con mucha miseria. Esos cuadros de Berni maravillosos que seguramente algún coleccionista tiene -son muy valiosos- reflejan la desesperación de una sociedad en la cual la riqueza se concentraba en muy pocas manos.

Decía Martín lo que genera un campo dedicado a la soja en cuanto a ocupación. El otro día charlaba con alguien y me decía que la soja es, en términos científicos, prácticamente un yuyo que crece sin ningún tipo, digamos, de cuidados especiales. Para que ustedes tengan una idea, argentinos y argentinas, el clifosato, que es algo con lo que se bombardean las plantaciones de coca en Colombia o en la frontera con Ecuador para destruirlas, a la soja no le hace nada; es más, le hace bien porque le mata todos los yuyos que están alrededor.

Esto no está mal, no estoy haciendo una crítica a la "plantita" que tiene un altísimo valor proteico, similar a la carne, pero que, reitero, no es del gusto ni de la dieta alimentaria de los argentinos.

Un campo dedicado a la soja requiere 1 o 2 puestos de trabajo. El otro día alguien me hablaba de un campo en Capilla del Señor de 900 hectáreas, un campo importantísimo, con una altísima rentabilidad, según me decía su propietario y con 2 empleados; una minipyme familiar que, por ejemplo, presta servicios a la agroindustria en materia de pan, genera aquí, en provincia de Buenos Aires, 12 a 14 puestos, una minipyme.

¿Qué tengo que pensar, entonces, argentinos y argentinas, cuando tomo decisiones? En el conjunto de los argentinos y en el conjunto de las macropolíticas. Porque el campo genera riqueza, pero la industria, con su valor agregado, genera riqueza y trabajo que es lo que los argentinos necesitamos, aunque necesitamos de los dos. Pero esencialmente tenemos que saber que cuando se toma una decisión, se toma con esta mirada, con este grado de información.

Hoy, estas medidas nos hubiera gustado debatirlas con el sector, pero quiero hacer una breve crónica y cronología del diálogo. El 11 de marzo fue dada la Resolución del Ministerio de Economía; al otro día exactamente, el señor Jefe de Gabinete se comunicó con las entidades para que comenzara la discusión sobre el tema de los pequeños productores que, reitero, aún sin esta compensación tienen rentabilidad. Respondieron el día jueves con 4 días de paro. Volvió a convocarlos el día 18, respondieron con el paro de Semana Santa, y el día 25, que le tocó hablar a esta Presidenta y sabiendo que lo iba a hacer, 3 horas antes lanzaron el paro por tiempo indeterminado.

Aún así, volvimos a convocarlos al diálogo, Estuvieron aquí, en la Casa de Gobierno, el día viernes en una reunión de 5 horas para proseguir con la discusión de estas medidas de las que hoy, día lunes, estamos hablando. El sábado volvieron a lanzar otro paro hasta el día miércoles.

Yo veo aquí sentados a hombres de negocios muy importantes de la Argentina y de distintas actividades, de las construcción, de los servicios, de la producción, hombres que están acostumbrados a discutir con sus sindicatos, con quienes trabajan para ellos, con sus proveedores, en fin, con lo que, en definitiva, ello significa, son todos hombres y mujeres que toman decisiones en la República Argentina y que necesitan permanentemente negociar, articular. Pero negociar y articular no es decir "o se hace lo que yo digo o no hay diálogo y negociación". Eso no es diálogo y negociación, eso es imposición.

Uno cuando ve estos números y observa que son 84.000 los productores y que con estas medidas se contempla y se deja la misma rentabilidad como si no hubiera existido esa Resolución del 11 de marzo, y que 62.500, el 80 por ciento de todo el sector tampoco las aceptan, uno siente que hay otros cuestionamientos que van más allá de la medida, que van más allá de la decisión.

A esto le sumamos el mejoramiento que significa para las provincias del NEA y del NOA, lo que se denominaba "puerto seco", ustedes lo recuerdan, y que en 1991, cuando empieza la convertibilidad que casi hace desaparecer al campo argentino, se eliminó ese concepto de "puerto seco", que significa el costo diferencial de flete que tiene un productor en las zonas marginales frente a un productor de la Pampa Húmeda o que está cerca de la hidrovía, por ejemplo, de los puertos de embarque que tiene un costo diferencial.

Esto también hoy lo estamos restituyendo, con lo cual los productores de las zonas marginales, no solamente quedan con la misma rentabilidad antes de la Resolución del 11 de marzo, sino que quedan en mejor posición, porque no había reconocimiento a este flete para el pequeño productor. Entonces, argentinos y argentinas, ¿qué es lo que estamos discutiendo hoy?

Por eso les decía al principio lo de la pena y el dolor en una Argentina donde todavía tenemos muchas materias pendientes, donde necesitamos que quienes trabajan en la industria, en el comercio, en los servicios, sigan teniendo sustentabilidad macroeconómica para poder funcionar.

En este sentido, me dolió mucho ver algunas fotografías que se publicaron ayer y este fin de semana. El 50 por ciento de la producción hortícola, que también son hombres y mujeres productores mucho más pequeños, no tienen gran cantidad de hectáreas, son quinteros, están todo el día con el lomo al sol para sacar sus hortalizas -el señor Vicepresidente debe conocer de ello porque muchos vienen de Mendoza- que entró al Mercado Central este fin de semana tuvo que ser decomisada.

Ni qué hablar de lo que está pasando con los polleros, los cuales también tienen severos problemas por la falta de suministro de maíz y de los alimentos que comen, obviamente, los pollos.

He visto también hacer asados a la vera de los caminos. Vi ayer una foto muy impactante de unos piqueteros rurales que hacían un asado -no está mal hacer asado, a todos los argentinos nos gusta el asado a la vera del camino- pero yo le pido a todos aquellos que creen que sus derechos han sido vulnerados y que tienen el derecho a manifestarse, que lo hagan al costado de las rutas, que permitan el traspaso de los camiones que llevan los insumos y los alimentos para el pueblo y, también, los insumos para que las industrias y los servicios puedan seguir cumpliendo con su función empresarial.

Porque el derecho a manifestarnos no se nos quita aún cuando tengamos rentabilidad. Uno puede ser multimillonario y quejarse igual y esto no lo convierte en una mala persona, en todo caso será valorado por el resto de la sociedad, no importa. Pero en nombre de todos los argentinos, de todas las argentinas, en nombre de los productores y horticultores, en nombre de las industrias, de las pymes, de la minipymes familiares, en fin, en nombre de los argentinos, yo les pido, una vez más y todas las veces que tenga que hacerlo, porque para eso soy Presidenta de la República Argentina, que por favor dejen transitar a los camiones y, además, que por favor también, se piensen como parte de un país, no como propietarios del país, sino como parte. (APLAUSOS)

Finalmente, argentinos y argentinas, toda vez que sea necesario vamos a dialogar, a hablar, la Casa de Gobierno está abierta para todos y para todas, para todos los sectores, pero para dialogar, para acordar y para entender que cuando un gobierno constitucional en ejercicio de las facultades que le confiere la Constitución y las leyes y, esencialmente, el voto popular, toma una medida que está en ese marco de legalidad y de legitimidad, puede ser, por allí, no aceptado, porque hasta no tiene por qué ser aceptado, pero sí entendido. Uno va a poder rechazar una medida en la que cree que si iba a ganar un millón y medio ahora va a ganar un millón trescientos, seguramente le hubiera gustado ganar un millón y medio, eso hasta puedo entenderlo como Presidenta y, fundamentalmente, como ser humano.

Yo les pido que, en nombre de las instituciones, en nombre de la calidad institucional, en nombre del pueblo, en nombre de todo lo que les ha tocado vivir a los argentinos, recapaciten un poco. Estos gráficos son demostrativos de una Argentina cada vez más concentrada en determinados sectores, una Argentina que si sigue creciendo en la producción de los alimentos vitales de los argentinos, vamos a tener severos problemas. Habrá gente que gane mucho dinero, pero vamos a tener problemas porque, bueno, los argentinos en estos cuatro años y medio nos hemos acostumbrado nuevamente, a partir de tener el trabajo, a contar con los bienes y con los servicios que nos han hecho más digna la vida a todos y a todas.

Muchas gracias y muy buenas tardes. (APLAUSOS)

"CUASI RESPETUOSAMENTE UNA CUASI CARTA CUASI ABIERTA A LA SEÑORA CUASI" por martín Caparrós.

Señora presidenta –¿o debería decir cuasi presidenta?–: en estos días le debe escribir mucha gente. Se ve que con esto de que habla tanto hay quienes quieren contestarle y, claro, no es tan fácil. Así que disculpemé si la molesto. No era mi intención. Y le juro que yo al Padrino sólo lo he visto en la pantalla.

La escuché con mucha atención esta semana y por momentos me confundieron algunas cosas que dijo, porque me pareció que también decía lo contrario: no entendí, por ejemplo, cuando habló mucho de la historia y los setentas y el golpe y los crímenes pero después dijo que no importa de dónde venimos sino hacia dónde vamos. O cuando dijo que el peronismo nunca había impulsado la lucha de los pobres contra los ricos y después no dijo qué hacía con una tal Eva Duarte. Y mejor no contarle cómo me enfurruño cuando la escucho hablar de los derechos humanos como si nadie o cuasi nadie más hubiera hecho nada, ni del simplismo de que no apoyar sus medidas equivalga a ser un golpista antipatria oligarca pampeano.

Pero lo que realmente me mató fue cuando dijo que el dibujo de Menchi Sábat era un “mensaje cuasi mafioso”. Le juro que le di vueltas, señora: ¿Cómo es ser cuasi mafioso? ¿Es como ser un poco virgen? ¿Ligeramente muerto? ¿Bastante robado? Primero no lo entendí, después lo detesté: señora, detesté ese cuasi.

Cuasi es una palabra particular –como lo son todas las palabras. Cuasi viene del lenguaje leguleyo, es lo que se solía llamar un latinajo, una palabra que marca diferencias entre los cultos y los incultos: usted podría haber dicho casi pero dijo cuasi, para hacer juego con la presentación que le hace el locutor: la doctora Cristina Fernández, todo eso. Es su estilo: algunas referencias populares pero que nadie se olvide de que es una abogada, faltaba más. Me dirá que eso no importa mucho, y yo le diré que es cierto, que cuasi no importa. Pero el tema es que usted no dijo cuasirrefleja, cuasi concluido, cuasimodo, cuasi cuasi: dijo cuasi mafioso, señora, lo llamó cuasi mafioso. Dijo algo muy pesado, y pensó que lo iba a aminorar con ese cuasi.

Si tiene que decir algo, señora cuasi presidenta, ¿por qué no lo dice de verdad, haciéndose cargo? Porque al final igual lo dice, claro, todos lo escuchamos –porque a usted, cuando habla, todos debemos escucharla, al fin y al cabo por voluntad electoral usted tiene el micrófono más grande–, pero lo dice como si lo dijera un poco menos. Lo dice pero le dará miedito o vergüenza o vaya a saber qué y lo dice más o menos, lo cuasi dice.

Y me da la impresión de que ahí hay una clave. Así hablan muchos argentinos, y así funciona mucho en su gobierno. No quieren decir lo que quieren decir o quieren decir lo que no quieren decir o tienen miedo de que no los entiendan o tienen miedo de que los entiendan y entonces cuasi dicen. Pero lo peor es que cuasi hacen: hacen pero no terminan de hacer, o hacen distinto.

A veces me cuasi gusta lo que usted cuasi dice, señora. Cuando dice que va a redistribuir, por ejemplo. Pero cuando dice que estas medidas económicas que le trajeron tantos problemas son redistributivas, ¿no debería decir cuasi redistributivas? Digo, porque hasta ahora se ve que, de la supuesta redistribución, ustedes hacen o intentan hacer la primera parte, recaudar el dinero; todos le creeríamos mucho más –o cuasi le creeríamos– si viéramos más clara la segunda parte: que usen ese dinero para cumplir con las necesidades urgentes de tantos argentinos, en lugar de sentarse encima y acumular poderes.

Pero no hablábamos de eso, hablábamos de cuasi. Usted acusó al Menchi Sábat de haberle mandado un mensaje cuasi mafioso. ¿O será que acusó a Clarín? Si quiere pelearse con uno de los mayores grupos monopólicos de la patria, que maneja como pocos las ideas e ideologías de los argentinos, señora cuasi, avise y vamos todos. Pero no parece, porque con ellos hace negocios, les ofrece prebendas. Así que el cuasi mafioso será Sábat, y entonces no: no nos toque al Menchi, mire vea, uno de los tipos más íntegros y respetados y queridos que hay en este país. Se equivocó, señora cuasi: se cuasi metió con el que no debía. Y hubiera sido más digno si, por lo menos, se hubiera metido de frente, sin el cuasi.

Cuasi respetuosamente,

domingo, 30 de marzo de 2008

"El rasgo psicótico del discurso Presidencial" por Joaquin Pichon Riviere*

Como psicólogo social, es habitual evaluar “el discurso” de las personas, dándoles importancia a los aspectos de la comunicación manifiestos y latentes. También asignamos una relevancia significativa a los aspectos del “encuadre”, el lugar donde el discurso ocurre, la situación en la que se inscribe y quiénes participan. También los ausentes, pues su ausencia es un acto de comunicación relevante.

Asumimos que la persona que escribió los discursos del 25 y 27 de marzo, cuya oradora fue la Presidenta, goza de buena salud mental. Eso nos impide pensar que las palabras hayan surgido de una persona psicótica, estancada en el tiempo a partir de una situación traumática, que congeló su proceso de madurez. Existen estudios que ubican la figura de Hitler dentro de estos parámetros psicóticos, donde su odio a la comunidad judía se instaló a partir de un hecho traumático en su infancia. La diferencia entre un neurótico y un psicótico reside en que este último no tiene ninguna noción de su enfermedad mental, por lo que él cree que actúa sanamente. La evolución de su delirio hizo que cada vez encontrara más y más “enemigos conspiradores”. Como ya hemos asumido que los discursos fueron aprobados por una persona capaz, debemos buscar lo “psicótico” en la retórica y contenido.

Un discurso “psicótico” se caracteriza por la estructura dilemática: “Todo lo malo afuera y todo lo bueno adentro”, “las cosas son blanco o negro”, “la culpa la tiene siempre el otro”. En resumen, un inteligente mensaje psicotizante que finalmente divide y desinforma. Pero lo más importante es el “contexto” de ambos discursos. Los dos pueden considerarse “obscenos”. Off scene, fuera de escena o lugar. Ninguno de los dos se realizó en un ámbito presidencial. El primero fue en un salón secundario de la Casa de Gobierno, durante la firma de un convenio con una empresa: el mensaje traicionó el protocolo más elemental, que es hablar de un tema fuera de su contexto. Peor aún el segundo discurso, que por la gravedad de los acontecimientos merecía haber sido pronunciado desde la Casa de Gobierno. Pero se eligió Parque Norte, junto a funcionarios, intendentes, piqueteros rentados, sindicalistas con poder de extorsión y otros. Fue un error también haber elegido un estilo “teatralizado” para resaltar un contenido de dudosa veracidad y sin espíritu conciliatorio.

Para finalizar, una penosa analogía: sobre el escenario, detrás de la Presidenta se vio a los los “generales” de la fuerza civil de choque, que prepotean, amedrentan y destrozan siguiendo órdenes o protegidos por la estructura dominante, ingresando lentamente en una nueva forma de terrorismo de Estado. Sólo algunos de los políticos ausentes y un Poder Legislativo y Judicial responsables pueden convertirse en el superyó que ponga los límites para poder reencauzar el país hacia una auténtica democracia participativa.


*Psicólogo social.